"Voy a dar la cara y no me esconderé"
¿Qué puede llevar a un Gobierno eliminar de un plumazo uno de los instrumentos democráticos de control más esenciales de nuestro ya de por si poco representativo sistema? Es más, ¿qué le lleva a tomar esa medida precisamente en un momento en el que es más necesario que nunca escuchar al resto de los grupos políticos?
La respuesta es clara: el PP tiene mayoría absoluta, gobierna a golpe de real decreto y no tolera crítica alguna. Es lo que ha venido demostrando en los últimos seis meses, en los que el diálogo con el resto de las formaciones y con los agentes políticos ha brillado por su ausencia. Hasta la fecha, si algo ha caracterizado a Rajoy ha sido su habilidad para escurrirse, para no dar la cara como prometió y así no evidenciar su discurso titubeante propio de quien ignora el rumbo que sigue.
No pasa una sola semana sin que este Ejecutivo no dé motivos para salir a la calle, para reclamar la soberanía que le han rebatado, para denunciar un Gobierno cada vez más deslegitimado y que ni siquiera consigue remontar la pésima imagen que dejó el PSOE tras de sí. Puestos a hablar de patria, de esa España con mayúsculas de la que le gusta presumir a Rajoy, este país se merece algo mejor o, al menos, más honesto.
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