Inflación de miedo en Grecia
Hablar de Grecia nos remite inevitablemente a los filósofos clásicos
como Aristóteles, que asegura que un exceso de temor convierte a los
hombres en cobardes, hasta el punto de que “si de todo huyen”,
nada soportarán. Decía también el filósofo que, por el contrario, lo
valiente puede confundirse con lo temerario, con lo insensato, haciendo
perder la vida. Este fin de semana hemos podido ver algo de eso en
Grecia, en donde se celebraban las bautizadas como “las elecciones más importantes desde la dictadura”.
Se han impuesto los conservadores de Nueva Democracia y su continuidad a los planes de Merkel (esta semana habrá barra libre en la cumbre del G-20). Sorprendentemente, los mismos que llevaron al país a la crisis y que han puesto contra las cuerdas, no ya al euro, sino al mismo pueblo griego. ¿Qué explicación tiene todo esto? El miedo, ese miedo líquido que penetra en todos los estratos de la sociedad y que emana de los grupos de poder, del capitalismo mismo. Este fin de semana, a la luz de las encuestas de la semana pasada, los griegos han querido ser valientes pero el miedo les ha superado y han terminado por pensar que, en realidad, eran insensatos.
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Se han impuesto los conservadores de Nueva Democracia y su continuidad a los planes de Merkel (esta semana habrá barra libre en la cumbre del G-20). Sorprendentemente, los mismos que llevaron al país a la crisis y que han puesto contra las cuerdas, no ya al euro, sino al mismo pueblo griego. ¿Qué explicación tiene todo esto? El miedo, ese miedo líquido que penetra en todos los estratos de la sociedad y que emana de los grupos de poder, del capitalismo mismo. Este fin de semana, a la luz de las encuestas de la semana pasada, los griegos han querido ser valientes pero el miedo les ha superado y han terminado por pensar que, en realidad, eran insensatos.
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