"Seré el presidente de todos"... menos de los que se manifiesten en la calle contra mi gestión

Jonan Basterra

"Mi mayor reconocimiento a la mayoría de españoles que no se manifiesta, que no sale en las portadas de prensa y que no abre los telediarios". Así de satisfecho se despachaba ayer Mariano Rajoy en Nueva York, dando muestras de su talla política y de sentido de Estado. Unas palabras que chocan frontalmente con su teoría de la unidad, de todos a una que tanto le gusta reclamar para pedir apoyo a sus recortes salvajes. Lejos, muy lejos han quedado aquellas palabras suyas del 20-N, "seré el presidente de todos los españoles" (vídeo a partir del 1' 28''). Es algo que la ciudadanía ya había constatado, como se evidencia del año récord en número de manifestaciones contra las medidas del Ejecutivo, y que ayer el presidente se encargó de corroborar. Ayer, Rajoy se independizó oficialmente de una gran parte de España.

 
Este sentimiento antidemocrático no es patromonio único del presidente, debe de estar en el ADN del PP. Unas horas antes, en la mañana, Celia Villalobos admitía abiertamente y con cierto aire soberbio que "sólo quienes nos han votado tienen derecho a quejarse". Acorralada por las preguntas de Juan José Millás, la actual vicepresidenta primera del  Congreso de los Diputados, justificaba el incumplimiento del programa electoral del PP alegando que ningún Gobierno lo cumple, al tiempo que se daba autobombo presentándose como una demócrata de pro.

En mi post de ayer en Público, hice referencia a los neofascisimos latentes en la sociedad moderna, esos que con cara amable hacen todo lo posible por impedir que el pueblo se reapropie del espacio que le han arrebatado, que tiran de la violencia legalizada y criminalizan a todo aquel que los cuestiona. Ayer Rajoy, el presidente de algunos españoles, abrió la puerta al cambio (usando el mismo lema de su campaña), y ya no hay marcha atrás. Ayer hubo un nuevo acto simbólico frente al Congreso y el sábado se volverá a intentar rodear por un pueblo que hará todo lo posible por que Rajoy tenga los días contados en la Moncloa. Mantenerlo allí sería un auténtico atentado a la Democracia y es responsabilidad del pueblo evitarlo.