Lo que pasó y no pasó en el calvario de De Guindos

El despliegue de improperios contra el juez Pedraz por parte de la clase política, fundamentalmente del PP, no se ha hecho esperar. Las más sobresalientes, por ser las de mayor bajeza son las de diputado Rafael Hernando, al llamarle "pijo y ácrata". No dedicaré mucho más al respecto, porque sus palabras no hacen más que confirmar lo que apunta el auto del magistrado en cuanto a la decadencia política.

Mucho más interesante es lo que sucedía ayer tarde en Londres, cuando Luis de Guindos pasaba su particular calvario al impartir una conferencia en la prestigiosa -y elitista- London School of Economics en la que era increpado por un grupo de jóvenes del 15-M de Londres.
Durante la conferencia, De Guindos aguantó bien el tipo, no sólo frente a este grupo del 15-M, sino también ante la risotada general del auditorio cuando negó que España necesitara rescate. Unos minutos después de tener que finalizar el acto, en parte, por las interrupciones de estos jóvenes que exigían una explicación de por qué la crisis la paga la ciudadanía cuando es el sector privado su causante, se dió un hecho poco habitual: la Embajada de España en Londres nos remitió un comunicado apresurado en el que se aseguraba que, al concluir el acto, el ministro había esperado por 20 minutos a estos jóvenes para charlar con ellos, sin que apareciera ninguno.

No fue exactamente así como sucedió, tal y como relata el 15-M en Londres. Al parecer, una persona se aproximó a ellos, ofreciendo que si retiraban la pancarta de "España en venta" de la calle, De Guindos saldría a hablar con ellos. Lógicamente, no aceptaron y no se produjo el encuentro. Un pequeño detalle que la nota de la Embajada no reflejaba. El 15-M emitirá a lo largo del día un comunicado al respecto.

El acto estuvo rodeado de una seguridad extrema -ni siquiera nos permitieron acceder con mochilas o bolsos con el equipo (ordenador, cámaras...)- y para conseguir claves Wi-fi individuales había que firmar un documento de confidencialidad. A ello se suma, además, la prohibición a las televisiones de acceder con cámaras, teniendo que tirar todas ellas de la única señal que puso a disposición la organización. Afortunadamente, sí puede captar con el móvil el momento de la protesta, donde queda patente que la indignación no entiende de fronteras.