Botella medio vacía

Ana Botella nunca ha sido ni será alcaldesa de Madrid, es la mujer de Aznar. No es una cuestión de machismo, ni mucho menos, es, sencillamente, que se le queda grande el puesto al que llegó única y exclusivamente por ser la mujer de quien es. Ayer volvió a demostrarlo en una rueda de prensa tardía, mal planteada y con un aire soberbio que, sin llegar al tono de la prepotente Dolores de Cospedal, detalataba su ineptitud.

Dejando al margen su falta de profesionalidad con su viaje al spa de Lisboa y su inexistente honestidad al restarle importancia, Botella evidenció ayer que se ha visto acorralada por su pésima gestión -y la de su equipo, no lo olvidemos- y ha devuelto los golpes como el niño que pelea y, con los ojos cerrados, agita los puños sin mirar dónde atiza. Así lo demuestra el cierre del "Palacio Municipal de Congresos [en el Parque Juan Carlos I) y el Pabellón de Cristal de la Casa de Campo hasta que se subsanen las normas de seguridad", apuntó sin detallar cuáles son esas deficiencias.

Sólo en el primero de los casos se han celebrado desde los Premios Goya a las mismas convenciones del PP, por no hablar de eventos internacionales del más alto nivel. ¿Qué consencuencias tienen estos cierres de sedes que no se han justificado como debieran? Pues que certámenes como el Congreso Nacional del Medio Ambiente (Conama 2012) y el Encuentro Iberoamericano sobre Desarrollo Sostenible (Eima 2012), que se deberían celebrar del 26 al 30 de noviembre, se han quedado sin sede donde poder celebrarse, con la agenda cerrada y todos los costes que ello implica. Pero a Botella le da igual, tan sólo piensa en una vía de escape sin darse cuenta de que ésta no es la más adecuada.

Por otro lado y hasta que se detallen las irregularidades de estas dos nuevas sedes cerradas, si en algún momento lo hacen pues la opacidad del PP es sobradamente conocida, es inevitable dirigir la mirada al actual ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón. ¿Qué gestión hizo el ex alcalde de Madrid durante sus legislaturas en el consistorio? ¿Cómo es posible que, si Botella está en lo cierto, miles y miles de personas hayan estado poniendo sus vidas en riesgo porque estos dos edificios municipales no han pasado los mínimos controles de seguridad  exigibles? Y si ahondamos un poco y, si fueran estructurales los problemas, ¿qué responsabilidad se puede exigir a su arquitecto, el prestigioso y nada barato Ricardo Bofill y el alcalde de la época, José María Álvarez del Manzando?

A ver por dónde sale Botella para no salpicar sus predecesores. Lo tiene complicado, pero con la mujer de Aznar nunca se sabe.