El PSOE toca fondo

El PSOE continúa cayendo en picado y no me refiero precisamente a su nuevo retroceso electoral en Catalunya, aunque desde Madrid lo quieran disfrazar de éxito relativo. Hablo de la corrupción, la desfachatez y la división interna que asola al partido de cabo a rabo. La imputación ayer del secretario de organización del PSC, Daniel Fernández, en la Operación Mercurio y su clamoroso ridículo con su tuit "muy grande tiene que ser la 'estelada' para tapar los papeles del caso Palau", en referencia a las acusaciones de El Mundo a CiU, es sólo la punta del iceberg.

A estas alturas es muy posible que ustedes ya hayan leído que, ironías de la vida, el ayuntamiento del epicentro de esta nueva trama de corrupción, Sabadell, había recibido la máxima puntuación en 2010 por la ONG Transparencia Internacional. Es una buena metáfora de lo que le sucede al PSOE en su conjunto, que desde Ferraz insiste en querer transmitir una imagen de unidad cuando, en realidad, se desmorona a pasos agigantados.

Este hecho se constata desde mucho antes del gran fiasco electoral del 22 de mayo de 2011, cuando toda España se tiñó de azul con los gobiernos autonómicos del Partido Popular. Sin embargo, ha sido desde esa fecha cuando más luces de alarma se han encendido, sin poder obviar unas primarias Rubalcaba-Chacón que no trajeron precisamente la calma a la formación. No podemos olvidar desde entonces el descontento de las bases del partido, que son el mejor termómetro para evaluar cuán lejos de la ciudadanía se encuentra la ejecutiva federal del PSOE. A su manifiesto Por un PSOE útil, le ha seguido meses después otro polémico vídeo de los militantes disculpándose por los errores de la era Zapatero.

La división interna se acentúa tanto desde la vieja guardia, con un Juan Carlos Rodríguez Ibarra, que aparece y desaparece como los ojos del Guadiana pero con efectos de Sandy, como desde el lado más subversivo, con Tomás Gómez a la cabeza, que pide más acción real de regeneración y menos reflexión (o marear la perdiz, vaya). En medio, históricos del partido a los que también comienza a resultar insoportable el deterioro del partido, como Odón Elorza, que ayer explotaba con un "¡estoy hasta los huevos de que no se cuente con uno!".

El PSOE hace mucho tiempo, demasiado, que perdió el norte y su ideario político quedó en el fondo de algún cajón de Ferraz. Ya en tiempos de Felipe González la formación se descubrió como un refugio de los especuladores, de los mercados y el capitalismo depredador. El tiempo no ha hecho sino permitir el avance de ese cáncer que, en épocas de crisis, muestra su peor cara. Lo primero que debería hacer el partido es dejar de considerarse la única alternativa y oposición del PP. Lo segundo, pedir disculpas a toda la ciudadanía en general y a sus bases y votantes en particular. Y en tercer lugar, acometer cuanto antes una renovación de su cúpula y de manera urgente un revisionismo de su filosofía, de su ideario político. De lo contrario, que se cambie el nombre y deje de faltar a la verdad, porque ni socialista, ni obrero.