El virus de la meritocracia infecta a la Sanidad

Hospital de Elda (Consellería de Sanitat)

La Sanidad está en pie de guerra en toda España. No le faltan motivos: Si en Madrid todos los estamentos luchan contra la ola de privatizaciones del Gobierno Regional, incluso, con la dimisión de más de 300 profesionales en cientos de centros, en Valencia el PP sale ahora con un plan de incentivos que amenaza a los sanitarios.

Así lo ha anunciado su conseller de Sanidad, Manuel Llombart, que avanza -sin concretar cómo- que medirán el compromiso de los profesionales sanitarios. "El que se comprometa más tiene que ganar más, y el que se comprometa menos tendrá una retribución inferior", asegura Llombart. Surgen así varias preguntas al respecto: ¿Se duda de la profesionalidad de nuestros médicos? ¿Qué método se utilizará para medir ese compromiso? ¿Cobrarán más los afines a las políticas del PP y los que no protesten ante el desmantelamiento del Estado de Bienestar?

La meritocracia es una de las banderas del neoliberalismo y el PP la quiere llevar a todos los ámbitos de nuestra vida, desde la Educación a la Sanidad. Lo curioso de todo es poder constatar la cantidad de ineptos que, a pesar de haber sido educados en esa filosofía, llegan a ser nuestros dirigentes. ¿Será que al final no son los méritos los que puntuan para subir y unirse a la élite?

En todo caso, la meritocracia es un error, es un sistema perverso en sí mismo puesto que en lugar de impulsar valores como la responsabilidad, la profesionalidad y la solidaridad lo que hace es anteponer la competitividad a toda costa, la lucha, siembra el germen de la guerra. ¿Acaso considerarse mejor que el otro no es el fertilizante de cualquier guerra?

Esas ansias de competitividad, premiar con dinero y tratar de inocular en los trabajadores y en nuestros jóvenes el virus de la avaricia, de amasar riqueza sin freno ni objetivo, es lo que nos ha conducido a esta crisis. Paremos eso. Cesemos a quienes promovieron ese sistema.