La herencia fascista del Vaticano


La historia de la Iglesia Católica está repleta de manchas, de vergonzantes actuaciones que no sólo traicionaron entonces todo cuanto ella misma asegura que defienden sus Sagradas Escrituras, sino que aún a día de hoy está impreso en su ADN. Un Iglesia que sigue enriqueciéndose de su vileza de antaño y que ni siquiera ha pedido perdón por aquellos años oscuros, al menos de manera oficial y unánime, si bien es cierto que algún díscolo ha levantado la voz, aunque inmediatamente ha sido callada.

Hoy el diario británico The Guardian revela hoy algunas de las desvergüenzas del Vaticano sobre las cuales, como cabía esperar, la Santa Sede guarda el más absoluto silencio. Se trata de las propiedades e inmuebles del Vaticano en Londres, valorados en más de 500 millones de libras (casi 600 millones de euros) y que van desde edificios de oficinas en los barrios más lujosos, en calles tan exclusivas como New Bond Street o St. James Square, a comercios donde se ubican compañías como Bulgari o Pall Mall.

¿Cómo es posible que el Vaticano se haya hecho con tantas propiedades? Una de las explicaciones más sólidas se encuentra en Mussolini, el dictador italiano que supo corresponder debidamente el apoyo de la Iglesia Católica al fascismo con ingentes cantidades de dinero. Sólo así es posible explicar el impresionante patrimonio de la Iglesia que, en 2006, llegó a pagar 15 millones de euros por el 30 de St. James Square donde se encuentra la sede del banco de inversión Altium Capital.
Mussolini (Bundesarchiv, Bild 183-2007-1022-506 / CC-BY-SA)
El reportaje de The Guardian incide en el secretismo que impregna todas y cada una de las operaciones inmobiliarias de la Santa Sede. Así, en el caso del bloque de oficinas adquirido en 2006, éste fue comprado por la compañía British Grolux Investments, cuyo registro oculta que el Vaticano se encuentre detrás. En su lugar, aparecen dos accionistas, en concreto, dos banqueros católicos: por un lado el reciente director ejecutivo del Barclays Bank, John Varley; y por otro, el ex directivo del banco comercial Leopold Joseph and Sons, Robin Herbert.

Ninguno de los implicados se dignó siquiera a responder a los requerimientos del diario, pero una investigación más profunda llevó al periódico a descubrir que el control último de British Grolux Investments recaía en una compañía suiza llamada Profima, propiedad del Vaticano según los registros de los Archivos Nacionales.

Inversiones por toda Europa
The Guardian revela que las inversiones de Mussolini no sólo en Gran Bretaña, sino en el resto de Europa, están actualmente controladas por el oficial del Papa en Roma Paolo Mennini, que a todos los efectos ejerce de banquero de la Santa Sede. De hecho, desde su departamento en el Vaticano, denominado APSA (Amministrazione del Patrimonio della Sede Apostolica) controla activos valorados en más de 680 millones de euros.


Londres, claro está, no es el único país donde la Iglesia Católica ha extendido sus negocios inmobiliarios, teniendo en España o Italia ingentes propiedades, así como en París o Suiza.

Opacidad histórica
La opacidad del Vaticano con sus cuentas no es ninguna novedad, más aun considerando que el Istituto per le Opere di Religione (Instituto para los Trabajos Religiosos), conocido como el Banco del Vaticano, nunca publica sus datos financieros, a pesar de que es el tercer pilar de las finanzas del Vaticano –Museos y donaciones constituyen los otros dos pilares-.

El Estado que se constituyera apenas unos meses antes del Jueves Negro de 1929 nunca ha destacado por su transparencia, jugando a solapar cuentas, gastos e ingresos entre dos realidades bien distintas, como son la Santa Sede y el Vaticano. Así, resulta un misterio cómo en plena crisis económica y tras haber atravesado por los números rojos al final del periodo de Juan Pablo II, el Vaticano pasó a tener 21 millones de euros de beneficio neto en 2010, frente a los 10 millones de la Santa Sede.

El actual Papa Benedicto XVI quiso acabar con esa opacidad, amplificada tras la investigación del Banco Vaticano por parte de la fiscalía de Roma por presunto fraude de flujo de recursos entre el Vaticano e Italia. Para ello, ordenó someterse a la lupa de Moneyval, un órgano para la lucha contra el blanqueo de dinero y la financiación del terrorismo, pero no parece haber servido de mucho.

Así lo demuestran las filtraciones del año pasado, que apuntaban a pagos dudosos a través del Banco Vaticano y de los sospechosos movimientos de directivos tras acusaciones de blanqueo de dinero, concretamente, la transferencia de 20 millones de euros al banco de negocios JP Morgan, en Fráncfort, Alemania, y de otras tres entidades a la Banca del Fucino.

Mussolini, “el hombre que nos trajo la Providencia”
Fascismo e Iglesia, como sucediera con Franco, fue algo más que un matrimonio de conveniencia. No podemos olvidar las famosas palabras del Papa Pío XI cuando llegó a afirmar que Mussolini era “el hombre que nos ha enviado la Providencia”. Corría entonces el año 1929 y el Duce premió a la Santa Sede con la autoridad sobre el matrimonio y una lista de propiedades expropiadas años antes, entre otras prebendas.

Primera bendición de Pío XI (Vaticano)
 Tal y como describe la profesora de Historia Contemporánea de la Universidad La Sapienza de roma, Emma Fattorini, en su libro Hitler, Mussolini y el Vaticano, Pío XI era más amigo de Estados autoritarios que de democracias.

Mussolini pronunciaría sus famosos discursos de mayo de 1929 en los que hablaría de “una Iglesia libre y soberana y de un Estado libre y soberano”, en clara alusión al Vaticano y a Italia, a las que el propio Papa respondería sosteniendo que “el Estado no tiene nada que temer de la educación ofrecida por la Iglesia”, asegurando al mismo tiempo que “el Estado fascista –en sus ideas, doctrina y acciones- no permite nada que no esté en concordancia con la práctica y la doctrina católica”.
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