Conciencia democrática, a pesar de los políticos

(Susana Vera/Reuters)
La Democracia española atraviesa uno de sus peores momentos, precisamente, cuando la ciudadanía tiene más conciencia democrática que nunca, más, incluso, que en la vanagloriada Transición. Entonces, todo lo que oliera a libertad era más que bien recibido; los años de la dictadura de Franco habían hecho demasiado daño y cualquier gesto como el derecho de asociación o la misma cita con las urnas era un bálsamo delicioso.

Han pasado más de tres décadas de aquello y hemos tenido tiempo más que suficiente para tomar conciencia de lo que realmente es una Democracia y no es, ni de lejos, lo que vivimos estos días en España...ni siquiera lo que se vivió hace treinta años. Y, ¿por qué si la ciudadanía es consciente de ello vivimos uno de los peores momentos de la Democracia? Fundamentalmente, por nuestros políticos, por los dirigentes del país que parecen que son los únicos que no han tomado conciencia de lo que significa realmente este sistema; es mucho más que rendir cuentas con el pueblo cada cuatro años, pues se han de rendir todos y cada uno de los días de la legislatura.

Y rendir cuentas con la ciudadanía no es, ni de lejos, lo que hizo el pasado sábado el presidente. La no comparecencia de Rajoy ante los medios, enchufándoles delante de un monitor por puro miedo, del terror que tenía no sólo resulta ridículo -como se encargaron de hacer patente las redes sociales-, sino que además es antidemocrático, como lo es el resto de actuaciones o, mejor dicho, de inacciones del Gobierno y el PP ante la crisis de los papeles del tesorero Bárcenas.

Más allá de su culpabilidad o inocencia, la ciudadanía se merecía más explicaciones, más transparencia; un término que cada vez que sale de la boca de algún político se empaña. El hecho de que Rajoy no se haya atrevido a comparecer ante los medios más que disipar las sospechas de culpabilidad, las incrementan. Asimismo, las declaraciones de personajes como González Pons, calificando de "algarada" las protestas ciudadanas por lo que se nos presenta como uno de los mayores casos de corrupción de nuestra historia (trama Gürtel) es otra prueba de cuán alejados de la realidad están o del mismo miedo que tienen ante las inminentes consecuencias de ello.

(Armand le poulet)

No se puede olvidar que esta trama salpicó, incluso, a la intocable Esperanza Aguirre, que a pesar de que ahora se erige de ejemplo porque en su día cortó cabezas, lo cierto es que se demostró su culpabilidad por el caso Fundescam y, si no fue condenada, no fue más que porque el delito había prescrito de manera muy conveniente, según la ley que ellos mismos habían aprobado.

La situación se hace cada vez más insostenible y la ciudadanía exige responsabilidades, exige la Democracia que el Gobierno y el PP le arrebatan. No se puede ser tan torpe en la gestión de la crisis Bárcenas a menos que se oculte algo -la ministra Mato también tiene mucho más que decir que un comunicado enviado a los medios-. El pueblo quiere recuperar su soberanía, ansía Democracia y va a luchar por ella le cueste lo que le cueste, a pesar de que muchos de los políticos no estén interesados en ello.
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