Democracia enferma
(ABC) |
La democracia está enferma, se mire por el lado que se mire, y lo sucedido en Ponferrada es un buen ejemplo de ello. Para ello nos tenemos que remontar diez años atrás, cuando Ismael Álvarez agredió sexualmente a una de sus concejales, Nevenka Fernández. El Tribunal Supremo condenó al alcalde popular (terminó renunciando al PP) con una ridícula multa de apenas 2.000 euros y, éste se mantuvo en política. ¿Debería poder seguir en política un acosador sexual? Ningún cargo público tendría que ostentar función pública alguna después de una sentencia en firme como la de Álvarez.
El acosador no sólo siguió en política -la democracia ya mostraba sus síntomas enfermizos-, esta vez en las filas de Independientes Agrupados de Ponferrada (IAP), sino que, además, consiguió seguir siendo votado. ¿Qué ciudadano decente votaría a un tipo así? A mi personalmente se me escapa, pero en Ponferrada fueron muchos, pues de otro modo este tipo no habría conseguido un nuevo puesto en el consistorio.
Y, entonces, salta a escena el PSOE, no sólo Folgueral, sino el propio secretario general del partido, Alfredo Pérez-Rubalcaba, que dió el visto bueno al pacto con el agresor sexual. La decisión delata cuán alejado se encuentra el partido de la ciudadanía, que no tardó en criticar en bloque el pacto envenenado para conseguir la alcaldía. Tal fue la presión -me pregunto si protestaron, incluso, quienes devolvieron a Álvarez al ayuntamiento-, que Rubalcaba terminó echando a Folgueral a los caballos: o renunciaba a la alcaldía o se le expulsaba del partido. Rectificar es de sabios, dicen, pero no cuando antes se ha mentido a la opinión pública asegurando que no se conocía el pacto de antemano.
Sea como fuere, Folgueral le ha cogido gusto al bastón de mando y prefiere renunciar a su partido antes que dejar la alcaldía. El resultado es que al frente de Ponferrada habrá un alcalde que no ganó en las urnas, de un partido que nadie conoce y que llegó al poder pactando con un tipo que jamás debió de ser elegido. Y todo ello legal. Y, a pesar de todo, ni PP ni PSOE han hecho jamás grandes esfuerzos por cambiar la ley electoral, por reformar nuestra Constitución ni, en definitiva, por sanar a esta democracia nuestra que estaba enferma y ahora nos la están matando.
Sin comentarios