El PSOE reza por unos votos
Juanma Romero firma hoy un buen análisis de cómo el PSOE tiende periódicamente a amenazar con la revisión del Concordato de 1979 con la Iglesia Católica para, finalmente, no hacer absolutamente nada. Ahora, con la aprobación en Consejo de Ministros de la LOMCE que traerá de nuevo a los curas a la escuela pública, lo ha vuelto a hacer pero las esperanzas de que el PSOE rompa con la prebendas de las Iglesia son nulas. Detrás de ello hay demasiados votos, poder e influencia.
En un Estado aconfesional como el español, un acuerdo como el que mantiene el Gobierno con la Iglesia es intolerable y una reforma educativa como la de Wert, en la que el Ave María marcará la vida académica tanto como la tabla de multiplicar es, sencillamente, una aberración. Sin embargo, nos gobierna la derecha más retrógrada de toda la democracia y no parece que vaya a dar marcha atrás.
Más sorprendente aún es la traición histórica de la pseudoizquierda, esto es, el PSOE en España. El partido socialista siempre ha tendido una mano a la Iglesia, manteniendo una relación más que cordial que, de manera puntual, sufre tensiones. Es lo que tienen las relaciones comerciales, como la que mantiene el PSOE con la Iglesia, en la que de tarde en tarde alguno de los socios quiere más.
Ahora, Rubalcaba vuelve a marcarse un farol y amenaza de nuevo con revisar el Concordato. Precisamente ahora que no está en su mano, porque cuando lo estuvo en la pasada legislatura, en la que también se produjeron momentos tensos que la vicepresidenta Fernández de la Vega terminó por relajar, el entonces ministro del Interior no movió un dedo. Y es que no es sólo por los votos que moviliza la Iglesia, que también, si no por la influencia y poder que aglutinan Rouco y los suyos en el mundo empresarial y financiero.
Dicho de otro modo, todo se reduce a dinero, de uno y otro lado. Y que no salgan ahora los ingenuos hablando de valores y mucho menos del bien social de instituciones como Cáritas, porque caerán en la demagogia barata. Los valores nobles no lo son tantos cuando los intereses ocultos que hay detrás de ellos condenaría más que salvar las almas que la Iglesia ansía. Respecto a Cáritas, sus protecciones y tratos de favor por parte del Estado no deberían ser más que el recibido por otras instituciones que realizan también obras sociales que, en realidad, deberían ser tarea del Estado.
Así, como ya sucediera en el pasado, Rubalcaba no tocará a la Iglesia en esta ocasión... o tal vez sí, pero para rezar por un puñado de votos.
En un Estado aconfesional como el español, un acuerdo como el que mantiene el Gobierno con la Iglesia es intolerable y una reforma educativa como la de Wert, en la que el Ave María marcará la vida académica tanto como la tabla de multiplicar es, sencillamente, una aberración. Sin embargo, nos gobierna la derecha más retrógrada de toda la democracia y no parece que vaya a dar marcha atrás.
Más sorprendente aún es la traición histórica de la pseudoizquierda, esto es, el PSOE en España. El partido socialista siempre ha tendido una mano a la Iglesia, manteniendo una relación más que cordial que, de manera puntual, sufre tensiones. Es lo que tienen las relaciones comerciales, como la que mantiene el PSOE con la Iglesia, en la que de tarde en tarde alguno de los socios quiere más.
Ahora, Rubalcaba vuelve a marcarse un farol y amenaza de nuevo con revisar el Concordato. Precisamente ahora que no está en su mano, porque cuando lo estuvo en la pasada legislatura, en la que también se produjeron momentos tensos que la vicepresidenta Fernández de la Vega terminó por relajar, el entonces ministro del Interior no movió un dedo. Y es que no es sólo por los votos que moviliza la Iglesia, que también, si no por la influencia y poder que aglutinan Rouco y los suyos en el mundo empresarial y financiero.
Dicho de otro modo, todo se reduce a dinero, de uno y otro lado. Y que no salgan ahora los ingenuos hablando de valores y mucho menos del bien social de instituciones como Cáritas, porque caerán en la demagogia barata. Los valores nobles no lo son tantos cuando los intereses ocultos que hay detrás de ellos condenaría más que salvar las almas que la Iglesia ansía. Respecto a Cáritas, sus protecciones y tratos de favor por parte del Estado no deberían ser más que el recibido por otras instituciones que realizan también obras sociales que, en realidad, deberían ser tarea del Estado.
Así, como ya sucediera en el pasado, Rubalcaba no tocará a la Iglesia en esta ocasión... o tal vez sí, pero para rezar por un puñado de votos.
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