La censura y represión del Ejército
Hoy tendrá lugar en Madrid una reunión entre el ministerio de Defensa y la Asociación Unificada de Militares Españoles (AUME), la Asociación Profesional de Suboficiales de las Fuerzas Armadas (ASFASPRO) y la Asociación de Militares de Tropa y Marinería (AMTM).
El objetivo del encuentro es debatir la libertad de expresión para los militares y se produce tras el polémico arresto del subteniente Jorge Bravo, presidente de AUME, por haber realizado en julio de 2012 unas declaraciones criticando los recortes en Defensa y, en concreto, por reclamar que se recortasen antes los gastos superfluos de las Fuerzas Armadas antes que retirar la extra de Navidad.
El mes de arresto de Bravo ha sido muy controvertido, tanto por su causalidad como por el desarrollo del mismo. ¿Por qué arrestar a un militar por unas declaraciones como las de Bravo y, en cambio, no sancionar al general de división Juan Antonio Chicharro que llegó a justificar una intervención militar en Catalunya para frenar el repunte nacionalista?
La Ley de Derechos y Deberes de los militares es muy clara al establecer que la libertad de expresión de los militares tan sólo se verá limitada por "la salvaguarda de la seguridad y defensa nacional, el deber de reserva y el respeto a la dignidad". Así pues, parece que el arresto del presidente de AUME fue más que arbitrario, sobre todo considerando que ha permanecido recluido sin calefacción (aunque nevó en Colmenar Viejo (Madrid), donde estuvo arrestado), con control de llamadas entrantes y salientes, restricción de ciertas lecturas y sin acceso a internet ni a su teléfono móvil, es decir, como un criminal autor del peor de los delitos.
El ministro de Defensa y representante de armamento, Pedro Morenés, considera normal esta medida represiva, dejando claro que un militar no puede "hacer reivindicaciones" y, además, "hacerlas en medios de comunicación". No es la primera vez que algo así sucede y, posiblemente, no será la última. La diferencia es que ahora es más fácil romper el oscurantismo del Gobierno y de quienes dominan las Fuerzas Armadas. Y eso, por otro lado, es un riesgo para esos mismos dominadores, puesto que se pueden echar en contra a buena parte del Ejército y, de hacerlo, será porque éste cumpla con su deber para con la patria, pues este Gobierno cada día traiciona más a su pueblo.
El objetivo del encuentro es debatir la libertad de expresión para los militares y se produce tras el polémico arresto del subteniente Jorge Bravo, presidente de AUME, por haber realizado en julio de 2012 unas declaraciones criticando los recortes en Defensa y, en concreto, por reclamar que se recortasen antes los gastos superfluos de las Fuerzas Armadas antes que retirar la extra de Navidad.
El mes de arresto de Bravo ha sido muy controvertido, tanto por su causalidad como por el desarrollo del mismo. ¿Por qué arrestar a un militar por unas declaraciones como las de Bravo y, en cambio, no sancionar al general de división Juan Antonio Chicharro que llegó a justificar una intervención militar en Catalunya para frenar el repunte nacionalista?
La Ley de Derechos y Deberes de los militares es muy clara al establecer que la libertad de expresión de los militares tan sólo se verá limitada por "la salvaguarda de la seguridad y defensa nacional, el deber de reserva y el respeto a la dignidad". Así pues, parece que el arresto del presidente de AUME fue más que arbitrario, sobre todo considerando que ha permanecido recluido sin calefacción (aunque nevó en Colmenar Viejo (Madrid), donde estuvo arrestado), con control de llamadas entrantes y salientes, restricción de ciertas lecturas y sin acceso a internet ni a su teléfono móvil, es decir, como un criminal autor del peor de los delitos.
El ministro de Defensa y representante de armamento, Pedro Morenés, considera normal esta medida represiva, dejando claro que un militar no puede "hacer reivindicaciones" y, además, "hacerlas en medios de comunicación". No es la primera vez que algo así sucede y, posiblemente, no será la última. La diferencia es que ahora es más fácil romper el oscurantismo del Gobierno y de quienes dominan las Fuerzas Armadas. Y eso, por otro lado, es un riesgo para esos mismos dominadores, puesto que se pueden echar en contra a buena parte del Ejército y, de hacerlo, será porque éste cumpla con su deber para con la patria, pues este Gobierno cada día traiciona más a su pueblo.
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