El PP, esa máquina de generar comunistas


Puede sonar a una de esas paradojas que tanto se dan en política, pero si de algo está sirviendo la línea cada vez más dura y antidemocrática del PP no es precisamente para ganar adeptos, sino para generar más activistas de izquierdas. La militancia cada vez tiene menor peso por la desafección creciente que siente el pueblo por las agrupaciones políticas; sin embargo, todo lo que ha alumbrado el PP (involuntariamente) bajo la etiqueta #holadictadura supone un repunte histórico del socialismo, el comunismo y, por qué no, el anarquismo. Y todo ello por obra y gracia del Gobierno de Mariano Rajoy.

En contra de lo que muchos puedan pensar, ni siquiera el atentado que el PP está cometiendo contra el Estado de Bienestar es el mayor estímulo para esta tendencia al alza del activismo de izquierdas, ese que se mueve a pie de calle y ahora también en las redes sociales, cada vez más ansioso por recuperar el protagonismo en la vida política que los propios políticos hace tiempo que le arrebataron.

Es el modo en que el PP destruye logros como la Educación o la Sanidad pública o los derechos más esenciales del trabajador lo que se ha convertido en un auténtico trampolín para el nuevo comunismo. El modo que hoy mismo el PP ha escupido a la cara de la Democracia privando a todos los españoles de que su presidente explique por qué todos los indicios conducen a pensar que es un corrupto como la copa de un pino es lo que genera más y más activistas comprometidos con la lucha anticapitalista y antisistema.

No es sólo que el Ejecutivo que lidera Rajoy esté gobernando únicamente para unos pocos -la élite económica-, sino que viola Derechos Humanos básicos y mancilla sistemáticamente nuestra propia Constitución, esa tan intocable salvo cuando se trata de proteger a los mercados, los mismos a los que también hoy le ha pasado el lomo por la espalda el Tribunal Constitucional al apoyar con su decisión de tirar para atrás el Decreto Anti-Desahucios de la Junta de Andalucía. La misma decesión que ya con antelación habían tomado los neoliberales de Bruselas que imponen por todo el Viejo Continente sus 'Democraduras', esto es, dictaduras disfrazadas de democracias.

Así que, en cierto modo, no hay mal que por bien no venga, porque gracias a Rajoy y los suyos y su desprecio por la Democracia, llegará un día en que algo más que las calles se llenen de activistas dispuestos a barrer (y no debajo de la alfombra como la tristemente elogiada Transición) a indeseables cuya idea de felicidad parece incompatible con la solidaridad con el prójimo o la igualdad para todos. Y ese día, cuanto más trate de evitarlo, como hoy ha hecho Rajoy, más próximo estará.
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