¿A qué se dedica ese 40% de personal dedicado a I+D que no es investigador?
La Fundación COTEC
presentó ayer un exhaustivo informe sobre el estado de la I+D en España
con datos referidos al ejercicio 2012. El balance, como cabía esperar,
no es especialmente halagüeño, pues el gasto cayó un 5,6% (13.392 millones de euros). Tan sólo gastamos un 1,3% de nuestro PIB a la I+D, frente al 4,4% de Corea, al 3,3% de Japón o al 2,9% de Alemania. En realidad, sólo podemos presumir de estar por encima de países como Polonia, que aún dedica un escaso 0,9% del PIB.
"Es normal, la crisis manda", pensarán algunos. El problema es que desde que empezó la crisis (pongamos 2008) hasta 2012, nuestro gasto en I+D cayó un 4,2%, mientras que en Alemania, Francia, Italia, Reino Unido y Polonia aumentó un 16,4%. Algo falla en la ecuación.
La mayor caída se ha producido en el gasto procedente de la Administración Pública, que se ha desplomado un 7,4%, frente a las Universidades con una caída del 7,1% o el sector privado con un 4%. En teoría, y según los objetivos de la Unión Europea marcados en la Cumbre de Barcelona, la proporción ideal es que la Administración asuma un tercio y el sector privado dos tercios, algo de cuya conveniencia no estoy del todo seguro, porque primaría entonces la rentabilidad (y la ciencia aplicada) sobre cualquier otro criterio, dejando a un lado investigaciones dignas de realizarse pero con un lento retorno de la inversión. En todo caso, en España el sector público continúa liderando el gasto en I+D con el 47%, mientras que el privado hace lo propio con un 46,3%.
Otro dato que me ha chocado extraordinariamente es la cantidad de personal que se dedica a la I+D sin ser investigador. Tomemos las cinco principales Comunidades Autónomas en I+D para comprobarlo: Madrid, Cataluña, Andalucía, Comunidad Valenciana y País Vasco. Sólo entre las dos primeras acaparan el 44,6% de toda la I+D nacional, mientras que entre las cinco la cifra escala hasta el 77%. Pues bien, en todas ellas, aproximadanente el 40% del personal de I+D no es investigador. Admito que uno no es experto en la materia, pero considerando que sí conozco de cerca cómo se trabaja en alguno de los centros de investigación de la Comunidad de Madrid y que son los propios investigadores quienes captan, gestionan, coordinan y justifican, por ejemplo, los fondos europeos con los que se pagan sus proyectos y los sueldos de quienes participan en ellos, ¿a qué se dedida ese 40% que no es investigador? Sólo entre estas cinco Comunidades estamos hablando de más de 62.700 personas en el limbo de la I+D.
Ignoro si se siguen cometiendo estas tropelías, pero lo que sí es cierto es que mientras que en países como EEUU, Japón o Alemania el peso de las pymes (menos de 250 empleados) a la I+D no supera el 20%, en España representa un 47% del gasto empresarial en I+D. Pero ojo, que se una empresa innovadora no es garantía de éxito y como ejemplo, dos casos muy sintómaticos: Fagor Electrodomésticos y Gowex. En el ránking español se codeaban con las grandes empresas de infraestructuras, telecomunicaciones y energía, ocupando los puestos 13 y 19, respectivamente. Asimismo, en el ránking de las 1.000 empresas europeas más innovadoras, Fagor ostentaba el puesto 351 y la malograda empresa de Jenaro García, el 730.
"Es normal, la crisis manda", pensarán algunos. El problema es que desde que empezó la crisis (pongamos 2008) hasta 2012, nuestro gasto en I+D cayó un 4,2%, mientras que en Alemania, Francia, Italia, Reino Unido y Polonia aumentó un 16,4%. Algo falla en la ecuación.
La mayor caída se ha producido en el gasto procedente de la Administración Pública, que se ha desplomado un 7,4%, frente a las Universidades con una caída del 7,1% o el sector privado con un 4%. En teoría, y según los objetivos de la Unión Europea marcados en la Cumbre de Barcelona, la proporción ideal es que la Administración asuma un tercio y el sector privado dos tercios, algo de cuya conveniencia no estoy del todo seguro, porque primaría entonces la rentabilidad (y la ciencia aplicada) sobre cualquier otro criterio, dejando a un lado investigaciones dignas de realizarse pero con un lento retorno de la inversión. En todo caso, en España el sector público continúa liderando el gasto en I+D con el 47%, mientras que el privado hace lo propio con un 46,3%.
Precariedad
Revisando el extenso informe de más de 200 páginas, hay sin embargo algunos datos que me chocan. El primero de ellos es la precariedad que se da en este sector. En 2012, la I+D daba empleo a 342.901 personas; de ellas, sólo 215.544 eran investigadores (63%)... y adivinen: casi un 40% de esos investigadores no tenían jornada completa. Y así, ¿cómo nos podemos sorprender de que estemos en puetos de cola en lo que a publicaciones científicas y generación de patentes se refiere?Otro dato que me ha chocado extraordinariamente es la cantidad de personal que se dedica a la I+D sin ser investigador. Tomemos las cinco principales Comunidades Autónomas en I+D para comprobarlo: Madrid, Cataluña, Andalucía, Comunidad Valenciana y País Vasco. Sólo entre las dos primeras acaparan el 44,6% de toda la I+D nacional, mientras que entre las cinco la cifra escala hasta el 77%. Pues bien, en todas ellas, aproximadanente el 40% del personal de I+D no es investigador. Admito que uno no es experto en la materia, pero considerando que sí conozco de cerca cómo se trabaja en alguno de los centros de investigación de la Comunidad de Madrid y que son los propios investigadores quienes captan, gestionan, coordinan y justifican, por ejemplo, los fondos europeos con los que se pagan sus proyectos y los sueldos de quienes participan en ellos, ¿a qué se dedida ese 40% que no es investigador? Sólo entre estas cinco Comunidades estamos hablando de más de 62.700 personas en el limbo de la I+D.
El poder de las pymes
Y los expertos, ¿qué opinan? Pues parece que hay consenso general en considerar que la tendencia que más se deteriora es la disponibilidad de fondos públicos para el fomento de la I+D+i. Nótese que se incluye la innovación, que puede ser una trampa mortal. Recuerdo hace años un boom de empresas asesoras que ayudaban a pervertir los incentivos fiscales a la innovación, considerando como tal, por ejemplo, un cambio organizativo en un entorno de oficina. Estas empresas asesoras se las ingeniaban para camuflar como innovación unas mejoras que distaban mucho de lo que realmente debería considerarse innovación. ¿Era ilegal? No, puesto que incluso al propio Gobierno le interesaba esta práctica para mejorar así las estadísticas de I+D+i.Ignoro si se siguen cometiendo estas tropelías, pero lo que sí es cierto es que mientras que en países como EEUU, Japón o Alemania el peso de las pymes (menos de 250 empleados) a la I+D no supera el 20%, en España representa un 47% del gasto empresarial en I+D. Pero ojo, que se una empresa innovadora no es garantía de éxito y como ejemplo, dos casos muy sintómaticos: Fagor Electrodomésticos y Gowex. En el ránking español se codeaban con las grandes empresas de infraestructuras, telecomunicaciones y energía, ocupando los puestos 13 y 19, respectivamente. Asimismo, en el ránking de las 1.000 empresas europeas más innovadoras, Fagor ostentaba el puesto 351 y la malograda empresa de Jenaro García, el 730.
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