Un No al miedo daría el Sí a Escocia
Este jueves los escoceses celebran su referéndum de independencia, aunque no será hasta el viernes a primera hora cuando conozcamos los resultados definitivos. Por un escaso margen, los últimos sondeos de la consulta dan la victoria al No. Los indecisos serán quienes inclinen la balanza de un lado u otro y precisamente contra ellos es contra los que más han disparado los unionistas su artillería del miedo, con David Cameron a la cabeza.
¿De qué miedo estamos hablando? Del miedo a una caída de la economía y a un aislamiento por parte de la Unión Europea, fundamentalmente. Como sucediera en el siglo XVIII, cuando se produjo el matrimonio de conveniencia que unió a Inglaterra y Escocia, el principal y único motivo para evitar el divorcio será el económico. A ese clavo ardiendo es al que se han aferrado Cameron y los suyos, con el respaldo mayoritario de una Unión Europea (UE) que no hace sino autoengañarse.
Este miércoles durante su intervención en el Congreso de los Diputados, Mariano Rajoy amenazó –en clara alusión indirecta al proceso catalán- con que quien abandone la UE no tendrá tan fácil su reingreso. La realidad es bien distinta y es que, cuando hay dinero de por medio, la UE históricamente ha sacrificado sus principios y postulados y ésta bien podría constituir otra ocasión.
Volvamos a miedo a una debacle económica. ¿Alguien en su sano juicio se puede creer que una Escocia independiente quedaría desvalida considerando, por ejemplo, las reservas de hidrocarburos del Mar del Norte? La propia patronal británica de petróleo y gas estima que aún quedan cerca de 24.000 millones de barriles... Sin olvidar, claro está, que buena parte de los parques eólicos con que Reino Unido alimenta su red eléctrica se encuentran en el norte de la isla británica.
Sabedor de esta realidad que se oculta o mitiga tanto desde Londres como desde Bruselas, el gobierno de Alex Salmond se ha apoyado en las estadísticas de la OCDE para rehacer el ranking de países por PIB per cápita y, ¡sorpresa!, con algo más de 39.600 dólares per cápita, Escocia se situaría cuatro puestos por delante de Reino Unido, con 4.000 dólares per cápita menos. Así las cosas, parece que el miedo se encuentra en realidad en el lado de Cameron y de la UE, que ven como una fuente de riqueza se desmarca.
En ese sentido, ¿de veras va a renunciar la UE a esa riqueza, aun cuando se desligue de Londres? Posiblemente no, aunque en estos momentos no lo admita abiertamente, porque entre otras cosas es más que probable que las negociaciones con Edimburgo fueran mucho más relajadas que las mantenidas últimamente con Londres. No olvidemos que el unionista Cameron es, precisamente, el que si gana las elecciones del año que viene ha prometido celebrar un referéndum en Reino Unido sobre la pertenecía o salida del país a la UE.
Por otro lado, aunque Escocia saliera de la UE tampoco se debe olvidar que, mal que le pese a Cameron, seguiría perteneciendo a otro mercado común, como es la Commonwealth (no deja de ser irónico que precisamente la sede de los Juegos de la Mancomunidad británica de Naciones haya sido este año Glasgow).
En suma, quizás los escoceses, que por lo general reniegan tanto de los ingleses como éstos de ellos, debieran mirar a los ojos a ese miedo que proyectan los unionistas y tener fe en un camino independiente que, en contra de las amenazas de Cameron, no ha de ser en solitario.
¿De qué miedo estamos hablando? Del miedo a una caída de la economía y a un aislamiento por parte de la Unión Europea, fundamentalmente. Como sucediera en el siglo XVIII, cuando se produjo el matrimonio de conveniencia que unió a Inglaterra y Escocia, el principal y único motivo para evitar el divorcio será el económico. A ese clavo ardiendo es al que se han aferrado Cameron y los suyos, con el respaldo mayoritario de una Unión Europea (UE) que no hace sino autoengañarse.
Este miércoles durante su intervención en el Congreso de los Diputados, Mariano Rajoy amenazó –en clara alusión indirecta al proceso catalán- con que quien abandone la UE no tendrá tan fácil su reingreso. La realidad es bien distinta y es que, cuando hay dinero de por medio, la UE históricamente ha sacrificado sus principios y postulados y ésta bien podría constituir otra ocasión.
Volvamos a miedo a una debacle económica. ¿Alguien en su sano juicio se puede creer que una Escocia independiente quedaría desvalida considerando, por ejemplo, las reservas de hidrocarburos del Mar del Norte? La propia patronal británica de petróleo y gas estima que aún quedan cerca de 24.000 millones de barriles... Sin olvidar, claro está, que buena parte de los parques eólicos con que Reino Unido alimenta su red eléctrica se encuentran en el norte de la isla británica.
Sabedor de esta realidad que se oculta o mitiga tanto desde Londres como desde Bruselas, el gobierno de Alex Salmond se ha apoyado en las estadísticas de la OCDE para rehacer el ranking de países por PIB per cápita y, ¡sorpresa!, con algo más de 39.600 dólares per cápita, Escocia se situaría cuatro puestos por delante de Reino Unido, con 4.000 dólares per cápita menos. Así las cosas, parece que el miedo se encuentra en realidad en el lado de Cameron y de la UE, que ven como una fuente de riqueza se desmarca.
En ese sentido, ¿de veras va a renunciar la UE a esa riqueza, aun cuando se desligue de Londres? Posiblemente no, aunque en estos momentos no lo admita abiertamente, porque entre otras cosas es más que probable que las negociaciones con Edimburgo fueran mucho más relajadas que las mantenidas últimamente con Londres. No olvidemos que el unionista Cameron es, precisamente, el que si gana las elecciones del año que viene ha prometido celebrar un referéndum en Reino Unido sobre la pertenecía o salida del país a la UE.
Por otro lado, aunque Escocia saliera de la UE tampoco se debe olvidar que, mal que le pese a Cameron, seguiría perteneciendo a otro mercado común, como es la Commonwealth (no deja de ser irónico que precisamente la sede de los Juegos de la Mancomunidad británica de Naciones haya sido este año Glasgow).
En suma, quizás los escoceses, que por lo general reniegan tanto de los ingleses como éstos de ellos, debieran mirar a los ojos a ese miedo que proyectan los unionistas y tener fe en un camino independiente que, en contra de las amenazas de Cameron, no ha de ser en solitario.
(Publicado en Espacios Europeos, Septiembre 2014)
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