Glifosato: cuando la vida no vale nada
La Unión Europea (UE) acaba de dar vía libre al glifosato, el herbicida más comercializado del mundo. El sobrenombre de este producto es ‘el herbicida total’,
porque aniquila cuanto toca sin necesidad de invertir en labores
mecánicas, arrasando con la maleza, las malas hierbas y los arbustos.
Lo llamativo del dictamen de la UE es que contradice a la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer, esto es, el departamento especializado para esta enfermedad de la OMS, que advierte de los peligros cancerígenos de este agroquímico. Este mismo año se publicaba un informe en la prestigiosa publicación científica The Lancet en la que se exponía que "hay pruebas convincentes de que el glifosato puede causar cáncer en animales de laboratorio y hay pruebas limitadas de carcinogenicidad en humanos (linfoma no Hodgkin)".
A pesar de ello, la UE ha borrado de un plumazo estas advertencias. Se veía venir, puesto que ya el pasado mes de junio, la Comisión Europea había hecho caso omiso a estas advertencias de la OMS. La Agencia Europea para la Seguridad Alimentaria ha sometido al herbicida a una reevaluación y su dictamen asegura que “es improbable que suponga una amenaza carcinógena para los seres humanos”. Sí ve preceptivo reevaluar –lo hará en 2016-, las dosis de referencia, que en la actualidad está fijada en un límite aceptable de 0,1 mg por kilo de peso corporal de exposición para los operadores y para los consumidores de una dosis máxima de 0,5 mg.
¿Qué hay detrás de esta luz verde de la UE al glifosato? Responderé con otra pregunta: ¿Quién se encuentra detrás del glifosato? La marca Roundup, que pertenece a la todopoderosa multinacional Monsanto.
Monsanto no está dispuesto a que veten el herbicida con el que mayoritariamente fumiga sus cultivos transgénicos y con el que más millones de dólares factura. Es la pescadilla que se muerde la cola: las semillas se modifican genéticamente para que sean capaces de resistir al glifosato.
¿Cuál es el problema añadido? Que estas malas hierbas se van haciendo resistentes y es preciso aumentar las dosis de herbicida. Además, la patente de Roundup ya venció y ahora otras marcas fabrican este herbicida cuyo uso se ha generalizado más allá de los cultivos transgénicos. Cualquier verdura que pone a la mesa podría haber estado fumigada con este agroquímico.
En la UE existen cerca de 2.000 lobbies con un ejército de 15.000 lobbistas. El hecho de que en nuestro país existiera el cargo de director de Asuntos Regulatorios de Monsanto-España, un habitual en el ministerio de Agricultura, Medio Ambiente y Sanidad, da una idea muy clara de lo que se cocina en los despachos.
Además, en el caso concreto de España, contamos con hasta 125 productos autorizados que contienen glifosato y que se utilizan en la jardinería, silvicultura y agricultura. En esta materia, como ya ha hecho siendo el único país del mundo que penaliza el autoconsumo de fotovoltaica, nuestro Gobierno ha rizado el rizo: a pesar de que la autorización por parte de la Unión Europea para 10 de estos productos expira el próximo 31 de diciembre, España la prolonga hasta 2017.
Por el abaratamiento de costes que supone, en España el glifosato no sólo se utiliza en agricultura, sino que también es el producto mayoritariamente utilizado para limpiar vías de ferrocarril o las cunetas de las carreteras, para limpiar los solares, los parques y los jardines, aunque la normativa plantea algunas restricciones en lugares frecuentados por público.
Lo llamativo del dictamen de la UE es que contradice a la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer, esto es, el departamento especializado para esta enfermedad de la OMS, que advierte de los peligros cancerígenos de este agroquímico. Este mismo año se publicaba un informe en la prestigiosa publicación científica The Lancet en la que se exponía que "hay pruebas convincentes de que el glifosato puede causar cáncer en animales de laboratorio y hay pruebas limitadas de carcinogenicidad en humanos (linfoma no Hodgkin)".
A pesar de ello, la UE ha borrado de un plumazo estas advertencias. Se veía venir, puesto que ya el pasado mes de junio, la Comisión Europea había hecho caso omiso a estas advertencias de la OMS. La Agencia Europea para la Seguridad Alimentaria ha sometido al herbicida a una reevaluación y su dictamen asegura que “es improbable que suponga una amenaza carcinógena para los seres humanos”. Sí ve preceptivo reevaluar –lo hará en 2016-, las dosis de referencia, que en la actualidad está fijada en un límite aceptable de 0,1 mg por kilo de peso corporal de exposición para los operadores y para los consumidores de una dosis máxima de 0,5 mg.
¿Qué hay detrás de esta luz verde de la UE al glifosato? Responderé con otra pregunta: ¿Quién se encuentra detrás del glifosato? La marca Roundup, que pertenece a la todopoderosa multinacional Monsanto.
Monsanto no está dispuesto a que veten el herbicida con el que mayoritariamente fumiga sus cultivos transgénicos y con el que más millones de dólares factura. Es la pescadilla que se muerde la cola: las semillas se modifican genéticamente para que sean capaces de resistir al glifosato.
¿Cuál es el problema añadido? Que estas malas hierbas se van haciendo resistentes y es preciso aumentar las dosis de herbicida. Además, la patente de Roundup ya venció y ahora otras marcas fabrican este herbicida cuyo uso se ha generalizado más allá de los cultivos transgénicos. Cualquier verdura que pone a la mesa podría haber estado fumigada con este agroquímico.
En la UE existen cerca de 2.000 lobbies con un ejército de 15.000 lobbistas. El hecho de que en nuestro país existiera el cargo de director de Asuntos Regulatorios de Monsanto-España, un habitual en el ministerio de Agricultura, Medio Ambiente y Sanidad, da una idea muy clara de lo que se cocina en los despachos.
Glifosato hasta en la carretera
¿Existen cultivos transgénicos en Europa? Sí, de hecho España cultiva alrededor del 75% del maíz transgénico de la UE. Con todo, y al menos por el momento porque la aprobación de del Tratado de Libre Comercio (TTIP) es una de las cosas que persigue, el cultivo no es tan masivo como en EEUU. A pesar de ello, los europeos sí consumimos productos transgénicos importados, como la soja, el maíz o el algodón, entre otros. Soja importada con la que, por ejemplo, se elaboran las harinas con las que se alimenta mayoritariamente al ganado cuya carne después consumimos.Además, en el caso concreto de España, contamos con hasta 125 productos autorizados que contienen glifosato y que se utilizan en la jardinería, silvicultura y agricultura. En esta materia, como ya ha hecho siendo el único país del mundo que penaliza el autoconsumo de fotovoltaica, nuestro Gobierno ha rizado el rizo: a pesar de que la autorización por parte de la Unión Europea para 10 de estos productos expira el próximo 31 de diciembre, España la prolonga hasta 2017.
Por el abaratamiento de costes que supone, en España el glifosato no sólo se utiliza en agricultura, sino que también es el producto mayoritariamente utilizado para limpiar vías de ferrocarril o las cunetas de las carreteras, para limpiar los solares, los parques y los jardines, aunque la normativa plantea algunas restricciones en lugares frecuentados por público.
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