Hasta la solidaridad se aborrega
Tras la oleada de atentandos de París del pasado viernes por la noche
se ha evidenciado, una vez más, lo fácilmente manipulables que somos. Resulta
inquietante el modo en que se manejan los hilos de los medios de
comunicación para conseguir aborregar algo tan personal, tan íntimo como
la solidaridad. La cobertura monográfica de los atentados en
la capital gala ha sabido aprovechar muy bien el miedo que nace en
nuestro interior cuando los muertos son tan próximos, cuando sentimos
que si los vecinos son asesinados, ¿por qué no podemos ser nosotros
mismos los próximos?
Interiorizado esta miedo, lo exteriorizamos con esas muestras 'espontáneas' de solidaridad, con esas concentraciones silenciosas convocadas para pensar únicamente en París y nada más. Lo mismo sucede con las informaciones sobre la mayor ofensiva francesa contra Daesh en Siria, tan sólo 48 horas después de los atentados, en las que se omite el dato de cuántos civiles habrán caído en esos bombardeos.
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Interiorizado esta miedo, lo exteriorizamos con esas muestras 'espontáneas' de solidaridad, con esas concentraciones silenciosas convocadas para pensar únicamente en París y nada más. Lo mismo sucede con las informaciones sobre la mayor ofensiva francesa contra Daesh en Siria, tan sólo 48 horas después de los atentados, en las que se omite el dato de cuántos civiles habrán caído en esos bombardeos.
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