¿Tiene sentido bloquear el porno en Internet?
Aunque lo había anunciado oficialmente para este año que termina, el
proveedor británico de acceso a Internet (ISP) Sky Broadband ha
anunciado que a partir de 2016 incluirá un filtro que impedirá la
navegación por sitios web pornográfico, a menos que el usuario opte por
solicitar el desbloqueo. Se suma así a otros proveedores como BT que
desde 2013 siguieron los dictados del primer ministro, David Cameron,
cuando dirigió la cruzada antiporno con este tipo de bloqueo por
defecto. Como dato curioso, sólo en 2014 hubo unos 247.000 intentos de
acceso a sitios pornográficos desde ordenadores del propio Parlamento
británico.
¿Qué sucede en el resto del mundo? India ha prohibido este año la friolera de 857 websites pornográficos, algunos de ellos páginas para ligar... y lo que surja. Ha sido uno de los últimos en hacerlo -aunque la lista es larga, como se puede ver en el mapa adjunto, donde verde es pornografía legal, amarillo con restricciones y rojo ilegal-.
Ejemplos previos han sido Egipto, que antes de la Primavera Árabe y todavía bajo el régimen de Mubarak se optó por la prohibición. Tres años después, cinco de los 100 sitios más visitados por los egipcios eran pornográficos, situándose entre los 15 primeros, codeándose con Wikipedia y Twitter.
Islandia, po su parte, aplica 'filtros a lo China', pero aún no ha sido capaz de trasladar la censura en Internet como de hecho ya aplica en el mundo offline, pues allí es ilegal imprimir y distribuir pornografía. De hecho los clubs de striptease están prohibidos.
La gran pregunta es, ¿tiene sentido coartar la libertad de los usuarios -en lugar de optar por la educación de los menores, por ejemplo- y censurar contenido online? Y la respuesta es que, en términos prácticos, no lo tiene. En especial los países que utilizan filtros son ineficaces en estas prohibiciones puesto que los usuarios recurren al uso de proveedores de acceso de Internet del extranjero, a proxies o incluso a conexiones vía satélite que escapan de la monitorización estatal.
No son los únicos métodos, también se puede recurrir a las redes privadas virtuales (VPN) para encriptar el tráfico entre el dispositivo de acceso y el servidor VPN; cambiar el servidor DNS; pasarse a la web oscura con navegadores como Tor o, para los más desesperados y con menos conocimientos técnicos, tirar de búsquedas en caché, aunque esto ya implica en sí una limitación al contenido, que no será interactivo, por ejemplo.
Otra cosa bien distinta es lo que sucede en España donde, gracias al Gobierno del Partido Popular, mientras que el porno tiene un IVA reducido del 4%, el teatro o el cine lo tienen de un 21%. Según Alexa.com, el primer sitio web porno más visitado se sitúa en el puesto 30 del total, si bien en el ranking de países productores de porno por páginas alojadas nuestro país ocupa el puesto 13. No existe bloqueo de páginas porno, aunque sí de descargas -y por orden judicial- como es el caso de The Pirate Bay.
¿Qué sucede en el resto del mundo? India ha prohibido este año la friolera de 857 websites pornográficos, algunos de ellos páginas para ligar... y lo que surja. Ha sido uno de los últimos en hacerlo -aunque la lista es larga, como se puede ver en el mapa adjunto, donde verde es pornografía legal, amarillo con restricciones y rojo ilegal-.
Ejemplos previos han sido Egipto, que antes de la Primavera Árabe y todavía bajo el régimen de Mubarak se optó por la prohibición. Tres años después, cinco de los 100 sitios más visitados por los egipcios eran pornográficos, situándose entre los 15 primeros, codeándose con Wikipedia y Twitter.
Islandia, po su parte, aplica 'filtros a lo China', pero aún no ha sido capaz de trasladar la censura en Internet como de hecho ya aplica en el mundo offline, pues allí es ilegal imprimir y distribuir pornografía. De hecho los clubs de striptease están prohibidos.
La gran pregunta es, ¿tiene sentido coartar la libertad de los usuarios -en lugar de optar por la educación de los menores, por ejemplo- y censurar contenido online? Y la respuesta es que, en términos prácticos, no lo tiene. En especial los países que utilizan filtros son ineficaces en estas prohibiciones puesto que los usuarios recurren al uso de proveedores de acceso de Internet del extranjero, a proxies o incluso a conexiones vía satélite que escapan de la monitorización estatal.
No son los únicos métodos, también se puede recurrir a las redes privadas virtuales (VPN) para encriptar el tráfico entre el dispositivo de acceso y el servidor VPN; cambiar el servidor DNS; pasarse a la web oscura con navegadores como Tor o, para los más desesperados y con menos conocimientos técnicos, tirar de búsquedas en caché, aunque esto ya implica en sí una limitación al contenido, que no será interactivo, por ejemplo.
Otra cosa bien distinta es lo que sucede en España donde, gracias al Gobierno del Partido Popular, mientras que el porno tiene un IVA reducido del 4%, el teatro o el cine lo tienen de un 21%. Según Alexa.com, el primer sitio web porno más visitado se sitúa en el puesto 30 del total, si bien en el ranking de países productores de porno por páginas alojadas nuestro país ocupa el puesto 13. No existe bloqueo de páginas porno, aunque sí de descargas -y por orden judicial- como es el caso de The Pirate Bay.
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