Basura bajo la alfombra
Anoche asistí indignado a otra muestra de desfachatez de quienes han
estado al frente del país. La escena tuvo lugar durante la emisión del
programa Salvados, en la que el ex ministro socialista, Josep Borrell,
no sólo no se arrepentía, sino que mostraba orgullo al relatar cómo en
su estapa como secretario de Estado de Hacienda (1984-1991) habían
detectado en el ministerio una gran cantidad de facturas falsas emitidas por las constructoras.
El motivo de su orgullo no era por esa detección, sino porque días después de ser nombrado ministro de Obras Públicas en 1991, se reunió con las empresas de la Construcción y les pidió amablemente que dejaran de aceptar esas comisiones a los cargos políticos. Y es que aquella gran cantidad de facturas falsas no eran más que una manera de ocultar las comisiones, las mordidas de la época.
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El motivo de su orgullo no era por esa detección, sino porque días después de ser nombrado ministro de Obras Públicas en 1991, se reunió con las empresas de la Construcción y les pidió amablemente que dejaran de aceptar esas comisiones a los cargos políticos. Y es que aquella gran cantidad de facturas falsas no eran más que una manera de ocultar las comisiones, las mordidas de la época.
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