Breve lamento inútil
Hoy se ha producido un incendio en una estación fantasma de Barcelona,
perjudicando tanto al servicio de Renfe Cercanías como al metro: Se
hablaba de 72.000 pasajeros y 201 trenes afectados. Según las
informaciones, el fuego se habría producido por acumulación de basura en una estación abandonada en la que vivían familias sin hogar.
He escuchado la radio, he visto noticias en la televisión y he leído periódicos. Todavía no sé cómo están esas familias, cómo llegaron ahí, por qué se ha institucionalizado que habiten ahí en lugar de en una casa digna. He visto cómo se habla de caos en las estaciones y no puedo evitar pensar en el caos que pudo haberse vivido en esa estación a oscuras, donde es posible que hubiera niños y un fuego voraz amenazando sus vidas.
He visto testimonios de personas lamentándose por llegar tarde al trabajo, culpando de la calidad del servicio, quejándose de la falta de información de por qué tenían que sufrir esas molestias. Nadie preguntó por los sin techo, ni siquiera la periodista que se adentró en la estación fantasma para mostrar el foco de nuestros males, en lugar del de nuestros pecados.
Y todavía me pregunto si hubo heridos, dónde han ido esas familias, en qué lugar dormirán esta noche. Y me importa un carajo dónde se reúnen Rajoy y Sánchez, si Iglesias vistió esmoquin en los Goya o el multimillonario contrato filtrado de De Gea. Sólo me pregunto por qué nos preguntamos tan pocas veces lo importante. Y no encuentro respuestas, sólo excusas.
He escuchado la radio, he visto noticias en la televisión y he leído periódicos. Todavía no sé cómo están esas familias, cómo llegaron ahí, por qué se ha institucionalizado que habiten ahí en lugar de en una casa digna. He visto cómo se habla de caos en las estaciones y no puedo evitar pensar en el caos que pudo haberse vivido en esa estación a oscuras, donde es posible que hubiera niños y un fuego voraz amenazando sus vidas.
He visto testimonios de personas lamentándose por llegar tarde al trabajo, culpando de la calidad del servicio, quejándose de la falta de información de por qué tenían que sufrir esas molestias. Nadie preguntó por los sin techo, ni siquiera la periodista que se adentró en la estación fantasma para mostrar el foco de nuestros males, en lugar del de nuestros pecados.
Y todavía me pregunto si hubo heridos, dónde han ido esas familias, en qué lugar dormirán esta noche. Y me importa un carajo dónde se reúnen Rajoy y Sánchez, si Iglesias vistió esmoquin en los Goya o el multimillonario contrato filtrado de De Gea. Sólo me pregunto por qué nos preguntamos tan pocas veces lo importante. Y no encuentro respuestas, sólo excusas.
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