Cómo invertir en la Tierra con información del espacio
En contra de lo que pudiera parecer por los recortes económicos, la
industria aeroespacial está más viva que nunca. Este mismo año asistimos
al vuelo inaugural del Soyuz 2.1a desde el nuevo cosmódromo ruso de Vostochny, poniendo en órbita hasta tres satélites (Lomonósov, Aist 2D y SamSat-218) con fines científicos, cosmológicos y tecnológicos.
Un paso importante para Rusia, que hasta la fecha depende de Kazajistán, al que tiene que pagar alrededor de 115 millones de dólares al año para poder utilizar el cosmódromo de Baikonur (y así seguirá hasta, por lo menos 2050, aunque Vostochny se espera que esté a pleno rendimiento para 2020).
Pero no sólo decimos que la industria aeroespacial está viva por los proyectos de los Gobiernos, también de las empresas, incluso de las más pequeñas. Start-ups como Planet (conocida hasta hace muy poco como Planet Labs) son una prueba de ello. Esta pequeña empresa de San Francisco, fundada por tres ex empleados de la NASA, se ha lanzado a fabricar una especie de satélites-cubo, unas pequeñas naves espaciales con las que fotografían la Tierra.
¿Cómo es posible que la tecnología aeroespacial, antes sólo al alcance de las grandes agencias internacionales, ahora también sea patrimonio de una start-up? Sencillo: porque los métodos de producción han cambiado drásticamente. De hecho, Planet ha sido capaz de fabricar 120 satélites en apenas seis semanas. Gran parte del secreto es la producción modular de estas aeronaves, que básicamente se ensamblan. Otras compañías, como el proveedor de Internet OneWeb ya planea poner en órbita su propia constelación de 700 satélites de apenas 150 kilogramos cada uno.
Estos 120 satélites conforman la constelación de Planet con la que transmite cientos de imágenes espaciales de la Tierra con fines comerciales. Este mismo mes, la compañía ha suscrito un acuerdo con Orbital Insight, en virtud del cual le proporcionará datos útiles de cara a sus informes para operaciones con fondos de inversión.
Si el plan de negocio de Planet no cambia, para el año que viene la firma contará con otros 40 satélites en órbita y las imágenes semanales que envía a Orbital Insight se verán complementadas con imágenes diarias de cada porción del planeta. Con toda esta información, el nuevo socio de la start-up confecciona análisis predictivos. Se trata de una información valiosa y complementaria para los inversores que hasta la fecha no había sido utilizada y que ahora, por lo cara de la misma, está al alcance de muy pocos.
Pero, ¿de qué información estamos hablando exactamente? Dos ejemplos: realizar las previsiones de inventario de petróleo midiendo la altura a la que se encuentran las tapas de los depósitos o pronosticar cómo crecerán los grandes almacenes en función de las variaciones de vehículos estacionados en sus aparcamientos.
Un paso importante para Rusia, que hasta la fecha depende de Kazajistán, al que tiene que pagar alrededor de 115 millones de dólares al año para poder utilizar el cosmódromo de Baikonur (y así seguirá hasta, por lo menos 2050, aunque Vostochny se espera que esté a pleno rendimiento para 2020).
Pero no sólo decimos que la industria aeroespacial está viva por los proyectos de los Gobiernos, también de las empresas, incluso de las más pequeñas. Start-ups como Planet (conocida hasta hace muy poco como Planet Labs) son una prueba de ello. Esta pequeña empresa de San Francisco, fundada por tres ex empleados de la NASA, se ha lanzado a fabricar una especie de satélites-cubo, unas pequeñas naves espaciales con las que fotografían la Tierra.
¿Cómo es posible que la tecnología aeroespacial, antes sólo al alcance de las grandes agencias internacionales, ahora también sea patrimonio de una start-up? Sencillo: porque los métodos de producción han cambiado drásticamente. De hecho, Planet ha sido capaz de fabricar 120 satélites en apenas seis semanas. Gran parte del secreto es la producción modular de estas aeronaves, que básicamente se ensamblan. Otras compañías, como el proveedor de Internet OneWeb ya planea poner en órbita su propia constelación de 700 satélites de apenas 150 kilogramos cada uno.
Estos 120 satélites conforman la constelación de Planet con la que transmite cientos de imágenes espaciales de la Tierra con fines comerciales. Este mismo mes, la compañía ha suscrito un acuerdo con Orbital Insight, en virtud del cual le proporcionará datos útiles de cara a sus informes para operaciones con fondos de inversión.
Si el plan de negocio de Planet no cambia, para el año que viene la firma contará con otros 40 satélites en órbita y las imágenes semanales que envía a Orbital Insight se verán complementadas con imágenes diarias de cada porción del planeta. Con toda esta información, el nuevo socio de la start-up confecciona análisis predictivos. Se trata de una información valiosa y complementaria para los inversores que hasta la fecha no había sido utilizada y que ahora, por lo cara de la misma, está al alcance de muy pocos.
Pero, ¿de qué información estamos hablando exactamente? Dos ejemplos: realizar las previsiones de inventario de petróleo midiendo la altura a la que se encuentran las tapas de los depósitos o pronosticar cómo crecerán los grandes almacenes en función de las variaciones de vehículos estacionados en sus aparcamientos.
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