El caso de los barcos que aparecían en tierra
¿Qué sucede cuando el GPS de docenas de barcos les dice que están en tierra –en un aeropuerto, nada menos- cuando, en realidad, están navegando? Esta misma semana, los instrumentos de navegación de dos buques atracados en el puerto los situaba en el aeropuerto de Sochi, muy cerca al lugar donde se celebraron los Juegos Olímpicos. Entre ese aeropuerto y el lugar donde realmente estaban los barcos, casi 20 kilómetros de distancia. ¿Cómo es posible?
No es el único caso registrado. La empresa Norwegian Broadcasting Corporation también habrían comprobado cómo hasta 24 navíos en el Mar Negro recibirían señales de sus GPS situándolos a más de 40 kilómetros de distancia de donde realmente estaban.
La empresa estadounidense Resilient Navigation and Timing Foundation and Windward, dedicada a análisis de datos marítimos, tiene su propia respuesta. Tal y como asegura, en determinadas aguas rusas existen zonas de ‘suplantación de GPS’, es decir, en las que los navegadores comunican datos de ubicación falsos.
Los investigadores de la compañía sostienen que estas interferencias masivas de GPS son intencionadas. Según exponen, se debería a la transmisión de señales de GPS falsas con el propósito de proporcionar o datos incorrectos de tiempo o de ubicación. La finalidad última sería hacer más vulnerables a los buques de cara a un ataque.
¿Realmente es así? Existe una segunda teoría, que vendría a identificar estos episodios de ‘suplantación de GPS’ son experimentos que, en realidad, tendrían otros objetivos: los drones. El uso de estas técnicas en puntos estratégicos como el Kremlin evitaría que aviones no tripulados los sobrevolaran, bien fuera en misiones de espionaje o, incluso, de ataque. A fin de cuentas, si el GPS es importante para cualquier piloto, para quien maneja un drone es básico, pues se convierte en su única guía al manejar la nave de manera remota. Esta segunda teoría es la que defiende el profesor Todd Humphreys, experto en ingeniería aeroespacial y ‘hackeo’ de GPS en la Universidad de Texas en Austin.
Los drones comerciales están programados para incluir la ubicación de los aeropuertos en sus sistemas, de manera que éstos queden fuera de su ruta de vuelo. De esta manera, si un piloto lo guiara demasiado cerca de un aeropuerto, sus instrucciones se anulan y la programación del drone o bien lo aleja o aterriza, gracias a una técnica llamada geofencing. El uso de estas técnicas falseando la señal de geolocalización salvaría también esa limitación, abriendo la puerta a provocar accidentes.
No es el único caso registrado. La empresa Norwegian Broadcasting Corporation también habrían comprobado cómo hasta 24 navíos en el Mar Negro recibirían señales de sus GPS situándolos a más de 40 kilómetros de distancia de donde realmente estaban.
La empresa estadounidense Resilient Navigation and Timing Foundation and Windward, dedicada a análisis de datos marítimos, tiene su propia respuesta. Tal y como asegura, en determinadas aguas rusas existen zonas de ‘suplantación de GPS’, es decir, en las que los navegadores comunican datos de ubicación falsos.
Los investigadores de la compañía sostienen que estas interferencias masivas de GPS son intencionadas. Según exponen, se debería a la transmisión de señales de GPS falsas con el propósito de proporcionar o datos incorrectos de tiempo o de ubicación. La finalidad última sería hacer más vulnerables a los buques de cara a un ataque.
¿Realmente es así? Existe una segunda teoría, que vendría a identificar estos episodios de ‘suplantación de GPS’ son experimentos que, en realidad, tendrían otros objetivos: los drones. El uso de estas técnicas en puntos estratégicos como el Kremlin evitaría que aviones no tripulados los sobrevolaran, bien fuera en misiones de espionaje o, incluso, de ataque. A fin de cuentas, si el GPS es importante para cualquier piloto, para quien maneja un drone es básico, pues se convierte en su única guía al manejar la nave de manera remota. Esta segunda teoría es la que defiende el profesor Todd Humphreys, experto en ingeniería aeroespacial y ‘hackeo’ de GPS en la Universidad de Texas en Austin.
Los drones comerciales están programados para incluir la ubicación de los aeropuertos en sus sistemas, de manera que éstos queden fuera de su ruta de vuelo. De esta manera, si un piloto lo guiara demasiado cerca de un aeropuerto, sus instrucciones se anulan y la programación del drone o bien lo aleja o aterriza, gracias a una técnica llamada geofencing. El uso de estas técnicas falseando la señal de geolocalización salvaría también esa limitación, abriendo la puerta a provocar accidentes.
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