Rivera sólo quiere españoles, yo prefiero personas
El discurso de Albert Rivera ya ni asusta, resulta cómico, caricaturesco. Ese afán por ocultar su ausencia de proyecto político con una única bandera, por tratar de desviar la atención de su discurso clasista y machista con un himno de preescolar, parece más la parodia de un mal cómico que la puesta en escena de un líder con dos dedos de frente.
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