La pesadilla de los cruceros por el Ártico

Hace unos días veíamos el rescate en helicóptero de l@s pasajer@s a bordo del crucero Viking Sky en el Ártico. El buque noruego quedaba encallado a unos cinco kilómetros de la costa de Hustadvika (a unos 80 kilómetros de Molde), después de que olas de hasta 15 metros de altura y vientos rondando los 100 kilómetros por hora convirtieran la travesía en una pesadilla. En este punto, es importante precisar que la pesadilla no fue únicamente para las 1.300 personas a bordo, sino también para el propio Ártico.


El Viking Sky tenía en su interior 343 toneladas de fuel pesado (HFO, por sus siglas en inglés) que, de haberse producido un vertido, habría tenido consecuencias fatales para el ecosistema. Este próximo verano se espera que miles y miles de pasajer@s a bordo de cruceros similares a éste naveguen por aguas del Ártico para ver en persona lo que ell@s mism@s están destruyendo. ¿Puede ser más absurda la situación?

La Organización Marítima Internacional (IMO), dependiente de la ONU, tiene previsto prohibir la presencia de HFO en el Ártico. Su secretario general Kitack Lim considera que reducir los riesgos de vertidos es algo "imperativo". El HFO representa aproximadamente el 75 % del combustible marino que se transporta actualmente en el Ártico. El HFO ya está prohibido en toda la Antártida, así como en algunas áreas árticas como las aguas del parque nacional alrededor del archipiélago noruego de Svalbard.

Sin embargo, esta medida no llegará hasta dentro de dos años y su entrada en vigor se irá produciendo gradualmente a lo largo de 2023. Hasta entonces, seguiremos jugando a la ruleta rusa con la naturaleza; más aún considerando que estudios recientes como los de la Universidad de Southampton indican que, además de ser cada vez más habituales estos temporales, el tamaño de las olas irá in crescendo.

Se trata de una prohibición sobre la que es preciso realizar diversas consideraciones. Entre éstas, se encuentra el estudio solicitado por Canadá sobre el impacto de la prohibición en las comunidades indígenas del Ártico. En un estudio realizado por este país sobre su porción de Ártico, se extraen conclusiones que no relacionan el coste del combustible con el precio de los alimentos. Según su informe, mientras el precio de HFO cayó cerca de un 65% entre 2014 y 2017, el precio de los alimentos, que seguramente fueron transportados por barco hasta estas comunidades, se disparó un 15%. A pesarde ello, cabe preguntarse si en caso de prohibición de HFO, ¿subiría aún más el precio de los alimentos? Es un punto crucial a tener en cuenta.

En este sentido, ya se han iniciado los trabajos para estudiar qué tipo de combustibles y cómo se prohibirán, esperando que a principios de 2020 se produzca un nuevo encuentro internacional para poner los hallazgos en común.

Por otro lado, la OMI también ha comenzado a considerar el impacto en el Ártico de las emisiones de los buques, una fuente de calentamiento del clima no incluida en el Acuerdo de París de 2015 sobre el cambio climático. Según los estudios realizados, de reducirse estas emisiones, el Ártico experimentaría un enfriamiento. A fin de cuentas, el hollín que genera la combustión del HFO esparce partículas a la atmósfera que absorben y elevan la temperatura, siendo responsables del 30% del calentamiento en el Ártico.
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