Censurado por no querer anfetas para menores con TDAH
Más de 1.700 psicólogos clínicos de toda España claman en un documento contra el Ayuntamiento de Vélez-Málaga y el Servicio Andaluz de Salud (SAS). ¿El motivo? Las V Jornadas sobre Infancia y Adolescencia, que tendrían que haberse celebrado este mes en la ciudad malagueña, han sido canceladas por el SAS... aparentemente, porque tanto el Consistorio como el SAS se plegaron a las presiones de las farmacéuticas.
La clausura corría a cargo de Marino Pérez Álvarez, psicólogo clínico y catedrático de Psicología de la Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la Universidad de Oviedo. Se trata de uno de los especialistas en Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) más reconocidos de España que iba a abordar “el transdiagnóstico como alternativa al diagnóstico de trastornos mentales en la infancia como puede ser el TDAH”.
Este enfoque no es del agrado de todo el mundo, especialmente del lobby farmacéutico que se siente amenazado. Por resumir y hablando en plata, Pérez Álvarez está en contra de que se trate el TDAH con anfetaminas, que es como se trata en muchos casos. Las farmacéuticas habrán pensado “ojo, que llega éste y nos desmonta el chiringuito” y han puesto en marcha su maquinaria. El resultado ha sido un veto y posterior cancelación de las jornadas sin que el SAS haya dado ninguna justificación.
Tal y como ya han manifestado diversos colegios oficiales de psicólogos, como el de Andalucía o el de Oviedo, esta censura es “una falta muy grave que atenta contra los principios de la comunidad científica”, puesto que considera “la trayectoria investigadora de Pérez Álvarez enriquece cualquier debate científico sobre temas controvertidos” como es éste.
Este catedrático lleva años luchando contra el dopaje de los menores a los que se diagnostica TDAH porque, según él, este diagnóstico carece de entidad clínica. Tal y como ha subrayado en numerosos trabajos, ponencias y entrevistas, no existen pruebas clínicas ni de neuroimagen o neurofisiológicas, ni siquiera tests psicológicos que sirvan para establecer tal diagnóstico. De nuevo, hablando en plata: en los niños y niñas diagnosticados con TDAH no existe ninguna alteración en el cerebro.
Pérez Álvarez no niega que estos menores presenten problemas de atención, pero atiborrarlos de anfetas no es la solución. Por el contrario, es preciso reforzar un trabajo de educación, de atención más especializada que no todas las familias están dispuestas a realizar. Las anfetas los calman, ya no están tan inquietos, no enredan... y todos tan felices. El mero diagnóstico de TDAH puede suponer hasta un alivio, porque tras ese diagnóstico llegará la medicación y todas las esperanzas –y esfuerzos- de mejora se depositarán en las píldoras. Sigamos hablando en plata: se droga a menores con el consentimiento de las autoridades sanitarias. A la larga, los riesgos cardiovasculares de estos menores se disparan... pero qué tranquilitos están, oye.
El lobby farmacéutico lo ha hecho de miedo de cara a sus intereses, no sólo vetando a expertos como Pérez Álvarez ante el estupor de la comunidad científica, sino infiltrándose en las asociaciones de padres y madres con menores con TDAH, financiándolas... Imaginen para un padre o una madre reconocer a estas alturas de la vida que está drogando a sus hij@s en lugar de explorar otras vías psicopedagógicas... Pues lo hacen, los drogan, y vetar a expertos como Pérez Álvarez no cambiará esa realidad.
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