La ciudad del futuro de Arabia Saudí
Sharma se encuentra en la costa noroeste de Arabia Saudí. Un rincón desértico de casi 2,6 millones de hectáreas que los petrodólares del príncipe heredero Mohammed bin Salman se han marcado el objetivo de convertir en una ciudad del futuro. Como punto de partida, acceso ilimitado al agua salada y energía solar a raudales... aderezados con una inversión de 500.000 millones de dólares.
En la mente de Bin Salman, un escenario más parecido a los dibujos animados de Los Supersónicos que a lo que es el desierto hoy por hoy, con taxis voladores incluidos, bajo el nombre de Neom. El proyecto parece que va en serio: aunque se anunció en 2017, la revelación de las más de 2.300 páginas de documentos confidenciales elaborados por las consultoras McKinsey & Co., Boston Consulting Group y Oliver Wyman, a cuyo contenido The Wall Street Journal ha tenido acceso, demuestran que va tomando forma.
En la mente de Bin Salman está la diversificación de la economía saudí, restando dependencia del petróleo. De este modo, Neom se dibuja en su cabeza como un área del tamaño de Massachusetts en el que funcionen fábricas de coches, hospitales, compañías tecnológicas al más puro estilo Silicon Valley y mega complejos turísticos.
La automatización es una de las máximas de esta urbe del futuro, en la que la ciudadanía sería rastreada de forma continua, hasta el punto de notificarse los delitos sin necesidad de que éstos sean denunciados. Eso sí, con jueces que informan directamente al príncipe operando bajo la ley islámica (la Sharia). Un punto éste en el que puede residir una de las claves del éxito, dado que uno de los inhibidores históricos para la inversión extranjera en el país ha sido la opacidad del sistema legal opaco pero, ¿qué sucedería si Neom fuera un oasis dentro del desierto de libertades en el resto de Arabia Saudí?
El resultado sería un área en el que fuera posible que las mujeres viajaran sin el permiso de un pariente masculino, existiera la diversidad sexual o en el que se pudiera beber alcohol, por ejemplo. Chocando de bruces con estas libertades, destaca la mudanza a la fuerza de cerca de 20.000 personas para comenzar a poblar la ciudad cuando esté funcionando.
Aunque el proyecto marcha lento, no solo debido a la inversión necesaria, sino también a lo avanzado tecnológicamente hablando, ya se ha construido un palacio y entre los primeros proyectos figuran un resort y un aeropuerto. Entre los ‘proyectos Supersónicos’ de Neom no sólo se encuentran los taxis voladores, también la ‘siembra’ de nubes para propiciar más lluvia, avances en el genoma humano para fortalecer a las personas, un Jurassic Park poblado con dinosaurios robots, sirvientes de robots, la tasa más alta del planeta de restaurantes con estrellas Michelin por habitante, una playa con arena que brille en la oscuridad (Silver Beach) y, por supuesto, el rastreo continuo de toda persona que se mueva por la ciudad (drones, Inteligencia Artificial, reconocimiento fácil...). Tal es el sueño del príncipe que entre sus deseos también figura una luna artificial gigante que podría conseguirse mediante la proyección de imágenes desde el espacio exterior.
En la mente de Bin Salman, un escenario más parecido a los dibujos animados de Los Supersónicos que a lo que es el desierto hoy por hoy, con taxis voladores incluidos, bajo el nombre de Neom. El proyecto parece que va en serio: aunque se anunció en 2017, la revelación de las más de 2.300 páginas de documentos confidenciales elaborados por las consultoras McKinsey & Co., Boston Consulting Group y Oliver Wyman, a cuyo contenido The Wall Street Journal ha tenido acceso, demuestran que va tomando forma.
En la mente de Bin Salman está la diversificación de la economía saudí, restando dependencia del petróleo. De este modo, Neom se dibuja en su cabeza como un área del tamaño de Massachusetts en el que funcionen fábricas de coches, hospitales, compañías tecnológicas al más puro estilo Silicon Valley y mega complejos turísticos.
La automatización es una de las máximas de esta urbe del futuro, en la que la ciudadanía sería rastreada de forma continua, hasta el punto de notificarse los delitos sin necesidad de que éstos sean denunciados. Eso sí, con jueces que informan directamente al príncipe operando bajo la ley islámica (la Sharia). Un punto éste en el que puede residir una de las claves del éxito, dado que uno de los inhibidores históricos para la inversión extranjera en el país ha sido la opacidad del sistema legal opaco pero, ¿qué sucedería si Neom fuera un oasis dentro del desierto de libertades en el resto de Arabia Saudí?
El resultado sería un área en el que fuera posible que las mujeres viajaran sin el permiso de un pariente masculino, existiera la diversidad sexual o en el que se pudiera beber alcohol, por ejemplo. Chocando de bruces con estas libertades, destaca la mudanza a la fuerza de cerca de 20.000 personas para comenzar a poblar la ciudad cuando esté funcionando.
Aunque el proyecto marcha lento, no solo debido a la inversión necesaria, sino también a lo avanzado tecnológicamente hablando, ya se ha construido un palacio y entre los primeros proyectos figuran un resort y un aeropuerto. Entre los ‘proyectos Supersónicos’ de Neom no sólo se encuentran los taxis voladores, también la ‘siembra’ de nubes para propiciar más lluvia, avances en el genoma humano para fortalecer a las personas, un Jurassic Park poblado con dinosaurios robots, sirvientes de robots, la tasa más alta del planeta de restaurantes con estrellas Michelin por habitante, una playa con arena que brille en la oscuridad (Silver Beach) y, por supuesto, el rastreo continuo de toda persona que se mueva por la ciudad (drones, Inteligencia Artificial, reconocimiento fácil...). Tal es el sueño del príncipe que entre sus deseos también figura una luna artificial gigante que podría conseguirse mediante la proyección de imágenes desde el espacio exterior.
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