La Casa Real provoca náuseas
La Casa Real me revuelve las entrañas. Siempre lo ha hecho al considerarla una institución pretérita, caduca y profundamente antidemocrática, máxima expresión del enchufismo. Ahora, con su silencio ante el escándalo del caso Corinna, soportado por pruebas aportadas por la Fiscalía suiza que embadurnan las paredes del Palacio de la Zarzuela del estiércol democrático más pestilente, no puede haber ninguna persona decente que no sienta náuseas ante este grupúsculo privilegiado.
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