¿Es la ketamina la nueva oxicodona?
Durante muchos años, la ketamina se ha empleado ilegalmente como una droga recreativa que procuraba unos ‘viajes’ psicodélicos. Su uso clínico se remonta a la década de los años 70, cuando ya comenzó a utilizarse como anestésico, incluso, en la práctica veterinaria, con los caballos como sus mayores receptores. Su uso clínico en personas fue perdiendo peso debido a sus efectos secundarios pero ahora podría estar viviendo una segunda juventud, aplicándose para tratar la depresión.
Hace ya catorce años, algunos estudios barajaron la posibilidad de que pudiera tener efectos beneficiosos a la hora de tratar este tipo de trastornos. A diferencia de los antidepresivos tradicionales, con los que se tarda meses en percibir mejoría, la ketamina actúa en cuestión de horas, prologándose en el tiempo. En cuatro o cinco horas ya se perciben resultados sorprendentes.
El punto de inflexión llegaría en 2019, cuando tanto en EEUU como en Reino Unido apareciera una versión en formato aerosol nasal, llamado esketamina, aprobándose su uso para tratar la depresión. Sobre el papel, la aplicación de esta sustancia estaría restringida para los casos más graves o en aquellos en los que los antidepresivos habituales no tienen efecto –algunos estudios disparan hasta el 40% el número de casos en los que sucede esto.
Mientras que cuando se aborda en clínicas se inyecta por vía intravenosa –que es mucho más barato- cuando se prescribe para uso particular la ketamina llega en formato de aerosol nasal. Este mismo año o ya en 2021 podría a comercializarse éste último aquí en España. Tanto en uno como en otro caso, los anuncios promocionales por parte de clínicas privadas han encendido todas las alarmas en EEUU y Reino Unido.
Redes sociales como Instagram comienzan a difundir anuncios prometiendo el remedio de los remedios. Detrás de muchas de estas publicidades se encuentran las falsas promesas alrededor de la ketamina, erigiéndola al estatus de panacea de salud, de solución para todo tipo de situaciones, desde problemas para relacionarse con los demás a depresión, pasando por baja confianza en un@ mism@. Este tipo de tratamientos no son especialmente baratos, rondando los 1.000 dólares por cuatro sesiones.
Mindbloom Medical Group |
¿Qué temen algunos expertos? Que la popularización de la sustancia se vaya de las manos. Ha sucedido en EEUU, tal y como relata el periodista Sam Quinones en ‘Tierra de Sueños’ (Capitán Swing), cuando una legislación laxa, la mala praxis de la industria farmacéutica y un abuso en las prescripciones ha derivado en una epidemia de adicción a la oxicodona (opiáceos), abriendo incluso la puerta al narcotráfico de la heroína. Reino Unido también vivió algo parecido con el Xanax, cuyo consumo se disparó entre adolescentes que se autodiagnosticaban y automedicaban su ansiedad, terminando muchos de ellos adictos a la droga.
Ese es el gran riesgo, la automedicación que en el campo de los medicamentos genéricos ha desembocado a una resistencia a los fármacos y en el caso de la ketamina podría terminar en otra pandemia de adicción al estilo de la oxicodona en EEUU. Detrás, dos factores pueden promover este desenlace fatal, por un lado, el negocio millonario detrás de estos productos. Por otro, las ansias de las personas por acabar con el sufrimiento. Si detrás de la adicción a los opiáceos se encontraba el deseo de acabar con el dolor físico, tras la ketamina sucedería lo mismo con el mental. Además, y esa algo a tener muy presente, la pandemia del coronavirus amplifica aún más los riesgos, puesto que los casos de ansiedad y depresión se han disparado, tendiendo la alfombra roja a esta automedicación que podría desembocar en efectos indeseados.
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