Por qué hay que recuperar las cocinas en los colegios
Primero fueron los hospitales, después los colegios. Hace ya algunos años que las empresas de catering se lanzaron a la conquista de la alimentación de nuestr@s pequeñ@s, condenándoles a comer casi la mitad del año de una bandeja. Para muchos colegios de obra nueva fue el adiós definitivo de las cocinas, porque ni siquiera se construyeron con estas dependencias: bastaba un pequeño espacio para las cámaras frigoríficas donde se almacenan las bandejas de comida etiquetada y unos cuantos microondas para recalentarla. La línea fría, la llamaron, que según su propio lenguaje ha de ser “regenerada” en los colegios, mientras expertos en nutrición renegaban de esta tendencia y pedían volver a las cocinas en los centros escolares.
Muchas consejerías de Educación, por decirlo diplomáticamente, estrecharon lazos con empresas de catering que servían sus platos plastificados de una a otra punta de España. Según datos de los pocos informes existentes al respecto, entre cuatro empresas se reparten más de la mitad de los comedores escolares del país, facturando más de 600 millones de euros.
Ahora, la quiebra de dos empresas de catering en Málaga y la pésima previsión de la Junta de Andalucía ha dejado a casi medio centenar de colegios (12.000 menús diarios) sin servicio de comedor. Desde la consejería de Educación que lidera Javier Imbroda (Cs) no se espera poder resolver la situación antes de dos semanas.
Esta circunstancia resucita de nuevo la necesidad de recuperar las cocinas en los colegios, sumándose a las denuncias por la calidad del catering. Sin ir más lejos, a finales del año pasado una de las empresas quebradas fue objeto de las airadas quejas de padres y madres que aseguraban haber encontrado en los menús piedras, plásticos, espinas de dos centímetros o frutas podridas en centros de Estepona y Manilva.
Programas como el espacio de nutrición en Esto me Suena de RNE, con el nutricionista Aitor Sánchez, Te lo vas a comer de Alberto Chicote en La Sexta o Carne Cruda ya han denunciado, no sólo la pérdida de calidad asociada a la externalización de los comedores escolares, sino incluso su peligrosidad y factor de la aumento de la tasa de obesidad infantil en España. No puede obviarse, además, que durante los procesos de regeneración de la comida, sometiéndola a temperaturas elevadas sin sacarlas de sus envoltorios, se puede producir la transferencia de compuestos químicos como polímeros o bisfenol-A, entre otros. De este modo cinco días a las semana durante casi 10 años.
A estos planteamientos de los expertos se suman un tercer punto de vista: el de desde Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA) hace ya mucho tiempo que se viene reivindicando y que no es otro que el componente socializador y educativo del comedor en la escuela. Entre las ventajas añadidas que trae consigo disponer de una cocina propia en el centro escolar destaca la posibilidad de dinamizar la economía local haciendo uso de productos de temporada y de proximidad, al tiempo que se enseña al alumnado una soberanía alimentaria mucho más sostenible.
Desde la Plataforma por una Alimentación Responsable en la Escuela apuestan por un cambio de modelo de gestión de los comedores para favorecer la producción local y apoyar a las pequeñas y medianas empresas. Desde su óptica, los comedores son una pieza clave para sensibilizar a las personas como futuras consumidoras y productoras, promover hábitos de alimentación saludables y prevenir la obesidad y otras enfermedades.
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