El rey corrupto y la monarquía podrida
Ayer conocíamos que Juan Carlos I, que por decisión del Gobierno conserva el título de rey (emérito), es corrupto. Moralmente, sabíamos que revuelve las entrañas por mucha presunción de inocencia que se mantenga, pero desde ayer el Borbón mismo se encargó de reconocer que cometió un delito fiscal y, para vergüenza de cualquier demócrata, nuestro presidente Pedro Sánchez no tuvo el coraje de señalar su comportamiento mezquino.
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