El precio que pagó una trabajadora por tratar de poner coto a Facebook
Corría septiembre de 2020 –dos meses antes de las elecciones presidenciales en EEUU-cuando el mundo supo de Sophie Zhang, una científica de datos que trabajaba en Facebook. Como en la película Jerry Maguire (1996), protagonizada por Tom Cruise, la redacción de un memorando interno le costó su trabajo. BuzzFeed News se haría eco de una versión abreviada de aquellas cerca de 8.000 palabras que marcarían un punto de inflexión en la red social, revelando la capacidad de manipulación política que ofrecía en todo el mundo.
Zhang dedicó buena parte de su tiempo a la búsqueda y eliminación de cuentas falsas con las que se influía en elecciones políticas de todo el mundo. Hasta en una docena de casos, entre los que se encontraban Honduras, India, México, Afganistán, Azerbaiyán y Corea del Sur, la experta denunció cómo los políticos manipulaban a sus electores sin que Facebook pusiera medidas para evitarlo. No eran noticias nuevas, pues acusaciones similares venían vertiéndose desde hacía tiempo; la diferencia ahora lo marcaba el aporte de evidencias. La frustración de Zhang fue tal que su confesión “sé que ya tengo las manos manchadas de sangre” corrió como la pólvora.
Tras su marcha de Facebook y meses de silencio, pasadas las elecciones que desalojaron a Donald Trump de la Casa Blanca, Zhang volvió a la carga. El periódico británico The Guardian publicó en abril los resultados de su investigación apoyándose en documentación aportada por la científica de datos. Mientras Zhang sostenía que Facebook no se molestaba demasiado en atajar esta manipulación política, salvo que perjudique sus intereses comerciales, la red social negaba tal extremo, llegando a afirmar que ya había eliminado más de 150 redes de lo que denominó “comportamiento no auténtico coordinado”.
El papel que adoptó Zhang no le ha facilitado especialmente la vida. Como denunciante contra un poderoso (whistleblower en inglés, aunque la traducción literal sería ‘soplón’), se exponía, como poco, a una larga lista de querellas y el cierre de puertas profesionales, como hemos visto en España en los denunciantes de tramas como la Gürtel.
Ya ha transcurrido casi un año de la publicación de su memorando y ahora, esta informática revela más datos al respecto en una publicación del Technology Review del prestigioso MIT. Tal y como relata, se unió a Facebook en 2018 y ya entonces se mostró crítica con la red social, hasta el punto de que en la misma entrevista de trabajo admitió no creer que la compañía de Zuckerberg contribuyera a mejorar el mundo. “Te sorprendería saber cuánta gente en Facebook dice eso”, le respondiera, según recuerda.
La función que se le asignó fue la identificación de bots automatizados que realizan acciones para incrementar la popularidad de alguna persona. Si al principio Zhang identificaba casos de particulares movidos por pura vanidad, no tardó en pensar que la clase política podría hacer uso de estas malas prácticas para incidir en la opinión pública. Y sus sospechas se confirmaron en Brasil e India, que entonces se encontraban a las puertas de sus elecciones generales.
Según relata Zhang, Honduras fue otro caso en el que identificó indicios de manipulación tras descubrir que el administrador de la página de Facebook del presidente, Juan Orlando Hernández (reelegido en 2017), había creado cientos de páginas con perfiles falsos que disparaban su popularidad con cientos de Me gusta, comentarios y otros acciones. Aprovechaba la permisividad de Facebook de abrir cuantas páginas se quiera –normalmente destinadas a empresas y figuras públicas-, algo que no sucede con los perfiles de usuarios, que sí están limitados.
Planteado el problema en Facebook, apenas obtuvo respuesta, según relata, hasta el punto que las acciones falseadas no fueron eliminadas. Habría de pasar casi un año de insistencia de Zhang para que Facebook eliminara aquellas páginas falsas y pusiera en marcha su "política de comportamiento no auténtico". La búsqueda de casos similares por parte de la ya exempleada de la red social se intensificó, al margen de sus funciones oficiales, topándose siempre con la resistencia de la empresa a tomar medidas, especialmente en los países que suponían poca repercusión mediática.
Bolivia y las revueltas con muertos que se vivieron en otoño de 2019 tras el golpe de Estado contra Evo Morales fueron la gota que colmó el vaso. Zhang sentía que podría haberlo evitado, pero dado que realizaba esta labor al margen de sus obligaciones profesionales, tuvo que dar prioridad a casos que consideró más urgentes. Fue entonces cuando el sentimiento de culpa se apoderó de ella, aumentando la ansiedad en los meses posteriores, sumida en depresión, llegando a multiplicar por seis su medicación antidepresiva y aislándose cada vez más de sus seres queridos, incluida su novia con quien rompió.
Poco después, recibió un correo electrónico de una periodista de The Guardian que andaba escribiendo a diversos empleados de Facebook para ampliar sus fuentes. Decidió reunirse con ella, aunque para entonces ya tomaba toda suerte de precauciones, como dejar en la casa de una antigua compañera de piso tanto el móvil como el portátil que le había proporcionado Facebook, temiendo ser geolocalizada.
Zhang cuenta cómo en enero 2020 llegó la primera amenaza de la compañía: o se centraba en las funciones asignadas y dejaba la búsqueda de manipulación política o sería despedida. Así las cosas y dado el empeoramiento de su salud, se marcó la cuenta atrás para su salida de la compañía, las presidenciales de EEUU. Sin embargo, no pudo cumplirlo porque en agosto Facebook le avanzó su despido por bajo rendimiento. El último día, publicó el famoso memorando, que no sólo fue borrado por Facebook internamente, sino que consiguió tumbar el dominio de una web personal de Zhang en la que también lo había publicado.
Tras su salida, en la que llegó a rechazar una indemnización de 64.000 dólares para comprar su silencio, la repercusión mediática de los artículos de The Guardian fue masiva e internacional, aunque Zhang critica la pobre respuesta interna en Facebook, poniendo el ejemplo de cómo la red de páginas falsas en Azerbaiyán con la que se daña a la oposición no ha sido eliminada.
El caso de Zhang vuelve a cuestionar el poder de grandes tecnológicas como Facebook y al establecimiento de límites a las malas prácticas. Precisamente ahora, en EEUU, con la llegada de Lina Khan a la presidencia de la Federal Trade Commission (FTC) se vislumbra la posibilidad de ponerles coto, mientras el número de usuarios de Facebook continúa imparable, camino de los 3.000 millones de usuarios activos al mes.
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