El día que iPhone pasó a ser spyPhone
Históricamente, Apple se ha presentado como uno de los últimos paladines de la privacidad, con sus sistemas de encriptación extremo a extremo. Para mediados de septiembre se espera en EEUU la llegada de su nuevo sistema operativo, iOS 15, y ya a principios de verano se anunció como un refuerzo a la privacidad. Sin embargo, no todo el mundo está de acuerdo, porque a medidas como el control del uso de nuestros datos que hacen las aplicaciones se suman otras menos compatibles con la privacidad, como es el escaneo de todas las imágenes que se suban a iCloud.
La Electronic Frontier Foundation (EFF) lo viene denunciado desde el pasado 5 de agosto y ahora se ha unido Edward Snowden, que de esto de privacidad sabe un poco. Por muy loable que Apple afirma que son sus objetivos, estos son, evitar la propagación de imágenes de abusos a menores, la invasión de la privacidad es un hecho.
El nuevo sistema operativo escaneará las fotografías que se suban a iCloud para comprobar si alguna de ellas coincide con alguna de las bases de datos de menores desaparecidos o explotados sexualmente. No sólo eso, sino que si la cuenta de iMessage se ha registrado como perteneciente a un menor, también se escanearán las imágenes tanto enviadas como recibidas en busca de material sexualmente explícitas. En caso afirmativo, se les notifica a los progenitores.
Tal y como sostiene la EFF, por muchas explicaciones que Apple intente dar sobre la puerta trasera que ha creado en su iOS 15, no deja de ser eso, una puerta trasera, y eso siempre es una violación de nuestra privacidad. Los temores son más que evidentes: se abre la puerta a que, como ya sucedió en el pasado, ante la más mínima presión las tecnológicas tiendan la alfombra roja a violar nuestra intimidad.
Y ahí es donde entra Snowden, que en el artículo que firma en su propia página web califica al nuevo iOS 15 como “un exclusivo sistema de vigilancia intrusivo”. El exempleado de la NSA teme que “una vez sentado el precedente de que es apropiado que, incluso, una empresa "pro-privacidad" como Apple fabrique productos que traicionen a sus usuarios y propietarios, la propia Apple perderá el control total sobre cómo se aplica ese precedente”.
La visión de Snowden va más allá, acusando a la multinacional de querer proteger su marca más que a los menores. La explicación al respecto es sencilla: dado que sólo se escanean las fotografías que se suben a los servidores de Apple en iCloud, cualquier pederasta puede poseer un sótano lleno de iPhones con imágenes espantosas de abusos a menores y nadie se enterará de ello... basta que desactive la opción de iCloud. Dicho de otro modo, desde la óptica de Snowden, Apple está más preocupada de que las imágenes de abusos no lleguen a sus servidores para no perjudicar a su marca, importándole menos que éstas sí queden almacenadas en dispositivos Apple propiedad del pederasta de turno.
Snowden teme el momento en que algún político decida que la opción de desactivar iCloud no exista o, yendo más allá, que nuestros teléfonos móviles, en pro de la defensa nacional, escaneén y remitan a las autoridades documentos consultados o nuestras presencia en alguna protesta social. Es por ello que para el experto, el camino que ha emprendido Apple no es una pendiente resbaladiza, sino más bien todo un acantilado… el revuelo, especialmente en EEUU, ha sido tal que la multinacional puso a su responsable de Software ante el Wall Street Journal para intentar calmar los ánimos o, en opinión de Snowden, a los accionistas. El directivo quitó hierro al asunto, intentando mantener esa imagen de paladín de la privacidad, apoyándose para ello en los socorridos algoritmos, pero la realidad sigue siendo la misma: las imágenes que se suban a iCloud se escanearán.
Lo cierto es que existe mucha inquietud sobre el uso de este tipo de tecnología, incluso, entre los expertos que la desarrollaron –aunque no para Apple-, tal y como expresaron en un artículo en The Washington Post, en el que señalan que “nuestro sistema podría reutilizarse fácilmente para la vigilancia y la censura. El diseño no se restringió a una categoría específica de contenido; un servicio podría simplemente intercambiar cualquier base de datos que coincida con el contenido, y la persona que usa ese servicio no se daría ni cuenta”. No sólo eso, sino que el riesgo de falsos positivos también está presente, con lo que ello puede suponer para personas inocentes. Quizás por eso, Snowden considera que “esto no es una innovación sino una tragedia, un desastre en ciernes”.
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