Tecnología para criminalizar el sinhogarismo
La tecnología de reconocimiento facial es objeto de mucha controversia. La Unión Europea (UE), sin ir más lejos, aprobaba el año pasado en el Parlamento la prohibición del uso de sistemas de vigilancia masiva de la población basados en parámetros biométricos e Inteligencia Artificial (IA), entre ellos, el reconocimiento facial. Ya en este espacio abordamos el escándalo de cómo la compañía Clearview AI dispone de una base de datos de cerca de 3.000 millones de imágenes de rostros extraídas de internet sin su consentimiento. Pues bien, si se concibe esta tecnología como una vulneración de las libertades civiles, ¿por qué habríamos de querer aplicarla a las personas sin hogar? Pues hay quien quiere y ha desarrollado software específico para ello.
Odin Intelligence es una compañía estadounidense que desarrolla software al servicio de diversos cuerpos policiales. La compañía cuenta en su oferta con un Sistema de Información de Gestión de Personas Sin Hogar (HMIS, por sus siglas en inglés), una solución cuya nomenclatura ya enciende las luces de alarma y que, si uno indaga mínimamente, confirma las sospechas de cómo se criminaliza el sinhogarismo.
Tanto en su folleto como en un vídeo cuya música no consigue mitigar lo desagradable de su mensaje, la compañía identifica el sinhogarismo como generador de varios problemas, entre los que enumera el crimen, la falta de higiene, la mendicidad, la pérdida de valor de las propiedades, la degradación de la cultura de la ciudad, comportamiento depredador descontrolado, mayores impuestos y una frustración de la ciudadanía por todo ello.
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Odin HMIS, que es como se denomina su solución, está disponible para teléfonos móviles, tabletas o portátiles para facilitar la movilidad de los agentes que hagan uso de ella. En esencia, este software emplea la tecnología de reconocimiento facial para identificar a las personas sin hogar, proporcionando a la policía información de la persona, desde su fotografía, fecha de nacimiento y otros datos identificativos, a contactos anteriores o sus ingresos previos.
Además, el sistema también proporciona todo su historial de detenciones y si está registrado como delincuente sexual, advertencias de si es agresivo o puede llevar agujas encima, así como si está en libertad condicional, quién es su agente y cuál es su historial de uso de albergues. La policía también obtiene información de contacto de su familia, amigos o de profesionales de Servicios Sociales con los que haya tenido relación.
Dicho de otro modo, las personas sin hogar fichadas y bien fichadas, con una perfecta trazabilidad de su trayectoria vital y un objetivo claro de quitarlas de en medio. Para ello, toda esta información circula y es compartida por diversos organismos, porque en función de quién sea el primer punto de contacto (policía, servicios sanitarios, servicios sociales, bomberos…) pueden realizar evaluaciones médicas o psicológicas, remitiendo todos los datos por correo electrónico a los organismos registrados aprobados por las autoridades. Odin HMIS funciona, además, como una central de reservas de albergues, disponiendo en tiempo real de la información de disponibilidad de camas para, sobre la marcha, reservar una para la persona sin hogar encontrada en la calle y enviarla allí.
Una vez más, los esfuerzos se dirigen a quitar de en medio lo que se considera un estorbo, utilizando para ello instrumentos más que cuestionables, en lugar de atacar al problema de raíz. Los recursos deberían dirigirse a reducir el número creciente de personas que viven en exclusión, en lugar de criminalizarlas y literalmente barrerlas de las calles vulnerando su privacidad con tecnología que no consentiríamos que fuera utilizada en el resto de las personas.
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