África reclama su lugar digital
Hablar del Mobile World Congress (MWC) nos traslada inevitablemente a Barcelona. Sin embargo, la ciudad catalana no es la única anfitriona de esta cita de la telefonía móvil promovida por GMSA; de hecho, esta misma semana se ha celebrado el evento en Kigali, la capital de Ruanda, reuniendo a más de 2.500 participantes procedentes de 75 países. El desconocimiento, por no decir indiferencia, con que miramos a África es el mismo que nos lleva a no reparar en que mientras en Europa hablamos de redes sociales e Inteligencia Artificial (IA), en el mundo a 2.600 millones de personas sin acceso a internet.
Según los datos que maneja la GSMA, la conectividad móvil cubre casi el 99% de Ruanda, superando los 11 millones de conexiones, de las que el 85% ya es de banda ancha. No es, ni mucho menos, una situación generalizada. Mientras Ruanda está destacando por su desarrollo acelerado, GSMA estimaba que a finales de 2021 la telefonía móvil en el África subsahariana alcanzaba a unos 500 millones de persona, lo que representa el 46% de la población del continente. Poco a poco avanza, en gran parte impulsada por los servicios financieros (fintech) y las nuevas tecnologías aplicadas a la agricultura (agrotech), esperando alcanzar los 600 millones para 2025. Tanto la Unión Africana como Smart Africa tienen mucho que ver en este impulso de la transformación digital.
Durante su intervención, el presidente de Ruanda, Paul Kagame, llamó la atención sobre el hecho de que casi la mitad de los países de ingresos bajos y medianos no tienen acceso a Internet, incluso cuando sus habitantes viven en áreas con cobertura de banda ancha. Kagame advirtió que con la infraestructura digital no basta, subrayando la importancia de invertir en habilidades digitales y que esa alfabetización forme parte de las políticas nacionales.
Ese discurso me recordó a Joyce Dogniez, vicepresidenta de Empoderamiento y Alcance de la Internet Society Foundation, a la que recientemente tuve oportunidad de escuchar en Málaga durante su paso por el EmpoderaLIVE. Dogniez explicó cómo su organización trabaja intensamente en áreas con poco acceso a internet, aquellas en las que las grandes empresas tienen poco interés económico. Y es que no debemos pasar por alto que detrás de la celebración del MWC en Kigali no subyace una visión altruista, sino una de búsqueda de negocio.
La exposición de Dogniez fue muy similar a la del presidente Kagame, remarcando la necesidad de extender las capacidades locales y el conocimiento para poder a su vez extender internet. Por este motivo, la Internet Society Foundation se centra mucho en la educación, con resultados muy positivos. Dogniez relató cómo en Kenya el 80% de las personas que pasaron por sus cursos encontró trabajo. La organización es capaz de formar a 2.000 personas al año, con una visión integral, dotando a la población de herramientas propias para prosperar: de ahí que también cuenten con experiencias muy exitosas, como en Zimbawe, formando a formadores, impulsando su autosuficiencia y apartándose de esa aproximación neocolonial que solemos proyectar desde el Norte global.
Al MWC de Kigali también asistió Doreen Bogdan-Martin, que este año hizo historia al asumir la secretaría general de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT). En septiembre de 2022 fue elegida para dirigir este organismo, convirtiéndose en la primera mujer en hacerlo en sus casi 160 años de trayectoria. Bogdan-Martin cuenta con amplia experiencia trabajando por la inclusión digital y durante el MWC hizo un llamamiento para situar lo digital en los esfuerzos por avanzar en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), reforzando el compromiso con el cierre de las brechas existentes, incluida la digital de género.
La secretaria general de la UIT es una firme convencida de que “los pasos que demos ahora hacia un futuro digital inclusivo y sostenible definirán el resto del siglo”. Sin duda lo harán y para no replicar errores históricos, Bogdan-Martin reclama construir asociaciones audaces encaminadas a cerrar esta brecha de uso. Al mismo tiempo, añadiría yo, es hora de que el Norte global escuche a África. Uno de los descubrimientos de este MWC en Kigali fue Derrick Ashong, un empresario nacido en Accra (Ghana) y formado en EEUU, que defendió la necesidad de que África cambie su narrativa.
Ashong es un defensor del patrimonio cultura africano y lamentó las dificultades que tiene el continente para transmitir sus historias de manera efectiva. Desde su punto de vista, la falta de infraestructura e inversión adecuadas son los principales obstáculos para que el continente comparta sus historias con el mundo. A través de su innovador proyecto Take Back the Mic (TBTM) ha querido contribuir a cambiar eso. Asegura ser la primera media fintech basada en tecnología blockchain del mundo, convirtiendo la cultura en moneda, recompensando a los fans con un token digital llamado ‘Kola’ y compensando a los creadores por construir comunidades en torno al contenido que generan.
Durante la pandemia lanzó la primera temporada de The Mic: Africa, una competencia virtual de hip-hop multiplataforma a través de la aplicación móvil TBTM que seleccionó a semifinalistas de Nigeria, Ghana, Sudáfrica, Ruanda, Mauricio y Kenia, haciendo partícipe a un jurado que incluía a africanos y africanas en la diáspora. Desde entonces no ha parado de crecer y, a través de asociaciones estratégicas con compañías como Mastercard o MTN (el mayor operador móvil de África), ha extendido sus servicios con la cultura como aglutinante, no sólo con música africana de cualquier género, sino también con otros creadores como hombres y mujeres grafiteros, bailarines y compositores. África está hablando, basta prestarle atención.
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