Lucas, sé fuerte

(EFE/Daniel García)

Corría el año 2013 cuando Mariano Rajoy enviaba a Luis Bárcenas el ya famoso SMS "Luis, sé fuerte". Una década después, quizás el vicesecretario de Organización del Partido Popular, Miguel Tellado, ha emulado al expresidente enviando al acosador de Óscar Puente un "Lucas, sé fuerte". Y es que Lucas Burgueño, que acumula una larga lista de denuncias por los más diversos delitos, ha entrado en prisión por violar la orden de alejamiento y amenazar de muerte a sus progenitores. Como Tellado justificó el acoso de Burgueño, el PP mira para otro lado ante la violencia fascista vivida en las manifestaciones ante las sedes del PSOE, especialmente en Madrid, donde ayer se vivió una batalla campal.


Tellado es un acérrimo defensor de Burgueño, incapaz de criticarlo, incluso, después de que el sujeto hubiera tratado de extorsionar a su propia madre y haber publicado en internet un vídeo íntimo. Si le sirve para infligir daño al PSOE y, sobre todo, a quién consiguió avergonzar al PP durante la sesión de no investidura de Alberto Núñez Feijóo, mejor que mejor. Eso es exactamente lo que hace ahora el principal partido de la oposición con la violencia fascista que sufre España estos días

Si Tellado podría haber escrito "Lucas, sé fuerte", Feijóo podría haber hecho lo mismo con un "Fascistas, sed fuertes". El infame tuit que finalmente publicó el que pretendía gobernar España, horas más tarde de los ataques violentos, ni siquiera condena las agresiones e insultos a policías, a periodistas. Había en su tuit más carga de culpa sobre el PSOE que sobre los agresores, de los que deslizaba que eran minoría. No es exactamente así. 

 


Quienes arrojaron adoquines, golpearon a policías y periodistas, quemaron contenedores y arrasaron con terrazas de bares, sí eran proporcionalmente menos que el total de quienes se concentraron en las inmediaciones de la calle Ferraz. Sin embargo, quienes cantaron soflamas franquistas, gritaban "España cristiana y no musulmana", llamaban "hijo de puta" a Pedro Sánchez, entonaban el "Que te vote Txapote" y ondeaban pancartas con leyendas como "La Constitución destruye la nación" eran mayoría.

Esas concentraciones fascistas están alentadas por Vox, pero el PP las utiliza, las aprovecha, porque jamás ha dudado en utilizar la violencia si con ello dañaba al rival, fuera al PSOE o a cualquier partido de la izquierda. Especialista en instrumentalizar, incluso, a las víctimas de ETA, el sentido de Estado del PP es nulo si ello daña sus intereses. Así lo vio ayer, incluso, el prestigioso periódico Financial Times, cuyo editorial de ayer se posicionaba a favor de la amnistía, elogiaba a Pedro Sánchez y cargaba contra la oposición de Feijóo, ligándola a la extrema-derecha.

Hoy más que nunca hemos de estar agradecidos porque las urnas no concedieran a Feijóo el honor de gobernar España. Estos días podemos ver en las calles el resultado del tándem Feijóo-Abascal, el mismo que experimentaríamos en las calles catalanas si hubieran llegado a La Moncloa. Son ellos quienes rompen España, quienes amenazan la convivencia, quienes pisotean la Constitución en favor de sus intereses particulares. Por eso, son oposición. Afortunadamente.

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