Felipe VI nos toma el pelo
No es la primera vez que escribo esto: el buen Borbón nunca defrauda, si esperas que decepcione, lo hará. Felipe VI lo volvió a hacer ayer con su oda a la Constitución, la misma que se deshace entre nuestras manos porque necesita una reforma de arriba a abajo para adaptarse a los nuevos tiempos. Nada al respecto dijo el monarca, todo lo contrario, en palabras de vasallo, entonó el "virgencita que me quede como esté", pues no tocar la Carta Magna significa su perpertuación y la de de su familia en el cargo heredado.
Más allá del reiterado discurso defendiendo la unidad de España, que como jefe del Estado es lo que le corresponde, Felipe VI se pasó de frenada agarrándose a la Constitución como un clavo ardiendo. Se excedió de revoluciones en sus elogios y derrapó con mensajes lo suficientemente ambiguos para que puedan ser aprovechados tanto por la izquierda como por la derecha para aplaudirle y atacarse entre sí. Lamentable. Faltó a su deber como jefe de Estado.... una vez más.
Pero sin duda, lo que me pareció más grave es que, de nuevo, otra Navidad, el Borbón nos demuestra cuán alejado está de la realidad o la facilidad con la que su mensaje navideño se convierte en el de un charlatán vendedor ambulante de crecepelo. ¿En qué cabeza cabe pensar que, como apuntó, no reparamos en que la Constitución contempla expresarse libremente, recibir una educación, tener un empleo, protegerse de la enfermedad, acceder a una vivienda, formar una familia, contar con ayuda social o disponer de un retiro digno? Claro que reparamos en esa dimensión, Felipe, y por eso precisamente nos indigna que no se cumpla ninguna de ellas, ni siquiera la de expresarse libremente desde que PP y Vox forman Gobiernos.
El monarca ni conoce su país ni mucho menos a su gente. Afirmar, como hizo anoche, que no reparamos en esa otra dimensión y, además, asegurar que "todos esos hechos diarios -y muchos más- son los que la Constitución ampara, garantiza y protege" es insultarnos a la cara, es negarnos la realidad que sufrimos cada día a día cuando nos censuran, cuando no tenemos techo, cuando esperamos meses enfermos y enfermas sin Sanidad pública o vemos la cesión de suelo público para colegios privados donde se precisa uno público...
No por hacerlo en un tono moderado, sosegado y con cierta calidez su mensaje navideño es menos tomadura de pelo. Basta ya de brindis al sol y de mantener hermética una Constitución que se queda corta, que no llega, que se ha visto superada por la nueva realidad. Basta ya de vendernos algo que no es y, además de instarnos a mantenerlo. Basta ya de tomaduras de pelo con pomposas palabras de "integridad", "unidad", "democracia plena" y bla, bla, bla... a otro perro con ese hueso.
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