La prohibición preventiva de TikTok carece de coherencia
La prohibición de TikTok en EEUU está cada vez más cerca. El Congreso acaba de aprobar el proyecto de ley que impondrá esta prohibición a menos que la compañía propietaria, la china ByteDance, renuncie a ella y se la venda a una empresa estadounidense… Eso es intervencionismo y lo demás, tontería. La pelota ahora está en el tejado del Senado, mientras comienzan a salirle novios a la red social, como es el caso de Bobby Kotick, exdirector ejecutivo de la empresa de videojuegos Activision Blizzard, cuya compra por parte de Microsoft, por valor de 69.000 millones de dólares, obtuvo el visto bueno de los reguladores a finales del año pasado.
La Casa Blanca lleva tiempo queriendo dar este paso, pero hasta ahora no había dado con una fórmula que obtuviera el apoyo mayoritario con el que cuenta ya en el Congreso, ni siquiera que lo aprobaran los tribunales. Tan sólo había logrado que los empleados federales tuvieran prohibida la utilización de TikTok. Cosa distinta es extender ese veto a los cerca de 170 millones usuarios y usuarias de la red social que existen en EEUU, buena parte de ellos de la llamada Generación Z. De hecho, ante el temor a un inminente cierre, ya han comenzado las movilizaciones. Es preciso tener en cuenta que no son pocas las personas en EEUU que han hecho de TikTok su medio de vida o, al menos, una parte de él, promoviendo a través de este canal sus creaciones, productos y servicios. Dicho de otro modo, TikTok mueve muchísimo dinero.
Tres son los principales peligros asociados a TikTok para quienes defienden su prohibición en EEUU: la desinformación que propaga, capaz de afectar a procesos electorales; la vulneración de la privacidad y el posible espionaje por parte de China; y su capacidad adictiva, especialmente entre los más jóvenes. De estos tres riesgos, el que menos peso tiene en las consideraciones legislativas para prohibir TikTok es la última, a pesar de ser la única que se ha constatado.
Hasta la fecha y a diferencia de otras redes sociales –como Facebook, que sí es estadounidense-, TikTok no parece haber influido en un proceso electoral en EEUU. Respecto al espionaje, que a fin de cuentas es lo que más le inquieta tanto a republicanos como demócratas, no se ha probado que el Partido Comunista Chino haya empleado TikTok con esos fines. De hecho, en el exhaustivo interrogatorio a que el año pasado sometieron los congresistas al CEO de TikTok, Shou Zi Chew, éste negó rotundamente que el gobierno de Pekín controlara ByteDance. El propio Chew no siquiera reside en China, vive en Singapur.
Dicho esto, lo que es innegable es que aplicaciones como TikTok son una auténtica mina de datos personales para quien explota la red. En función de los permisos que cada persona usuaria otorgue, TikTok no sólo recoge todo cuanto contengan los vídeos sino que podría contar con su historial de ubicaciones, los routers Wi-Fi a que se ha conectado, etc. Tampoco se puede rechazar la idea de que si el Partido Comunista chino reclama esa información a ByteDance, ésta la entregue; como de hecho sucedió en EEUU cuando la NSA reclamó datos personales a Facebook y Microsoft en el pasado.
Lo que sorprende de esta maniobra legislativa contra TikTok es que no se tengan en cuenta otras aplicaciones móviles (apps) chinas que se sitúan en las listas de cabeza en EEUU y que, obviamente, son otra mina de datos personales. Este es el caso del editor de vídeos CapCut -que emplea la propia TikTok y también pertenece a ByteDance-, con más de 200 millones de usuarios activos mensuales; el portal de comercio electrónico Temu, con más de 70 millones de usuarios activos (más del 40% de sus descargas mundiales ya se producen en EEUU); la plataforma de comercio electrónico AliExpress, con una media de 24,2 millones de visitas mensuales, lo que supone un crecimiento del 290%; o Shein, que con cerca de 18 millones de usuarios acapara en EEUU el 40% del mercado de la moda en su segmento; entre otros.
EEUU no es una excepción; la penetración de empresas chinas en los hábitos de consumo de millones de personas en toda Europa, por ejemplo, es una realidad. En todo el mundo, de hecho. Sin embargo, la única app sobre la que parece existir temor es TikTok, aunque en ningún caso se ha podido probar que el Gobierno de China la esté utilizando como herramienta de ciberespionaje. Países como Reino Unido, Francia, Canadá, Australia, el parlamento de Nueva Zelanda o la Comisión Europa lo tienen ya vetado en los dispositivos oficiales. India es la excepción a esa censura selectiva, porque cuando prohibió TikTok en el país en 2020 también lo hizo con cerca de otras 60 aplicaciones chinas. En honor a la verdad, para no haber aportado pruebas que sustenten esos vetos preventivos, estas posturas parecen excesivas, pero al menos India es coherente… Mientras a países como Israel se les continúa permitiendo de facto la comercialización de software espía como Pegasus con restricciones bastante laxas. Incomprensible.
(Artículo en Público)
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