La sombra de Quirón se extiende en el 'escándalo Ayuso'
Ayuso mintió. Presentó lo que ya estaba en vía judicial como una simple inspección tributaria. Mintió cuando afirmó que su novio, al que ahora llama "particular", era la víctima a la que Hacienda debía 600.000 euros. Mintió cuando sostuvo la inocencia de su pareja a sabiendas de que el abogado de éste ya había admitido su culpabilidad por dos delitos fiscales.
Ahora, cínica, lo justifica asegurando que se trata de "una estrategia de defensa"... una estrategia en la que participa la presidenta de una Comunidad Autónoma mintiendo. Inadmisible, al menos, en cualquiera con un mínimo de decencia y honestidad, pero no es el caso del PP, que ha cerrado filas en torno a quien acapara de facto más poder en el partido que el propio Alberto Núñez Feijóo, al que marca el paso en todo momento.
Ayuso es, de largo, una de las políticas más agresivas que ha pasado por el PP, hasta el punto de haber llamado "hijo de puta" al presidente del Gobierno en el mismo Congreso de los y las Diputadas. A pesar de la violencia política que despliega, su estrategia siempre se ha basado en presentarse como víctima cuando los hechos se vuelven contra ella. Aquello de puño de hierro y mandíbula de cristal, con una salvedad, que esa mandíbula muerde, como demuestra que desde Chile lance acusaciones de dictadura contra Pedro Sánchez, a pesar de que es el equipo de Ayuso el que amenaza con cerrar los medios de comunicación que no le siguen el juego.
La presidenta de Madrid siempre ha asegurado que el escándalo tributario con comisiones inmorales nada tiene que ver con ella y mucho menos con la gestión de su gobierno. Sin embargo, la conexión Quirón sobrevuela todo el asunto, proyectando cada vez una sombra más fea. Mientras el presidente de Quirón Prevención es quien administra la empresa que compró las mascarillas del pelotazo y quien creó la sociedad pantalla que utilizó Alberto González Amador (el particular pareja de Ayuso), éste representaba también a Quirón Salud ante el Gobierno de Republicana Dominicana y la propia Ayuso utilizó una fórmula "excepcional" para pagar 707 millones al mayor hospital de Quirón entre 2020 y 2023.
Ante el innegable hilo conductor cabría esperar alguna explicación por parte de Ayuso pero, en su lugar, la presidenta niega nuestra Constitución y el sistema parlamentario que ésta establece y deslegitima al Gobierno de España. Le acusa de utilizar todos los aparatos del Estado para perseguirla cuando, en realidad, el proceso que afecta a su pareja se inició hace dos años. Otra mentira más. Son demasiadas para quien pertenece a un partido del que sí hay pruebas que, con Jorge Fernández Díaz como titular de Interior, utilizó los poderes del Estado no sólo para tratar de destruir a rivales políticos y espiar a periodistas, sino también para destruir pruebas de su corrupción.
Mientras todo esto sucede, Feijóo no puede evitar recordar cómo llegó a la presidencia del PP: a través de la traición a su antecesor por tratar de acabar con las corruptelas de Madrid. No quiere seguir el mismo destino de Casado y, si ya antes de que estallara el escándalo en el entorno de Ayuso, seguía la senda que ésta le marcaba, en ocasiones incluso desdiciéndose, ahora no se atreve siquiera a lamentar las amenazas de Miguel Ángel Rodríguez. Su liderazgo está más en entredicho que nunca y, lo que es aún peor, impide que exista en España una oposición a la altura, lo que perjudica al país.
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