Costa del Sol, costa del crimen
“Atrás quedaron mis tiempos comunistas, todo cambia cuando hay dinero a la vista. No sé cómo no ven que hay mafia rusa en la Costa del Sol”, rezaba el mítico tema de los Airbag en 2003. Dos décadas después, hay clanes mafiosos de hasta 15 nacionalidades distintas, haciendo de la costa malagueña un paraíso para los negocios criminales. El pasado sábado volvió a producirse el enésimo tiroteo en Marbella y, para sorpresa ciudadana, su alcaldesa Ángeles Muñoz pidió a la Subdelegación del Gobierno que la Policía Nacional comparta información con la Policía Local. ¿Acaso no lo hacían ya?
En lo que va de año ya se han producido seis tiroteos en Marbella. Otros dos en Mijas. Si echamos la vista a los últimos cinco años, en la que fuera el oasis de la jet set se ha cometido trece asesinatos y otras 80 personas se salvaron por los pelos. Es solo una pequeña muestra de lo que se cuece en la Costa del Sol y que, obviamente, no es promocionado en las ferias internacionales de turismo a las que acude la Diputación Provincial de Málaga. El ultimo lema publicitario de la Junta de Andalucía era Andalusian crush, haciendo un juego de palabras con el lenguaje de la generación Z en el que crush podría traducirse por flechazo. En la Costa del Sol, además, podría aplicarse la traducción de aplastar, triturar.
El crimen organizado es una constante en esta región desde hace décadas y las fuerzas del orden no han sido capaces de ponerle coto. No es que no se hayan producidos intervenciones exitosas, claro que sí, pero los tentáculos criminales vuelven a crecer como el monstruo mitológico Medusa. Es evidente que las recientemente derogadas golden visa, que automáticamente otorgan el derecho a residencia a cualquier extranjero que compre una vivienda por valor superior a 500.000 euros, no son el motivo de que estas mafias se afinquen aquí, pero ayudar, lo que se dice ayudan, no ayudan a evitar esta población criminal. Abrir las puertas de tu casa a quien trae lo que para él es calderilla, sin ni siquiera preguntarle cuál es su procedencia, no parece lo más prudente. Curiosamente, la derecha en este caso no detecta un efecto llamada.
Más allá de eso, a la luz de la solicitud de la alcaldesa de Marbella, se desprende que si bien la Policía Nacional sí parece conocer la información que maneja la Policía Local, ésta no tiene ni remota idea de lo que sabe el cuerpo nacional. Lo que todavía es más aterrador, es que las bases de datos de Policía Nacional y Guardia Civil no se crucen, no se comparte información, tal y como recientemente me confesaban fuentes de la Benemérita.
¿Cómo es posible que tras décadas de fracaso expulsando al crimen organizado de la Costa del Sol todavía no se haya establecido un procedimiento por el cual ambos cuerpos de seguridad trabajen con el mismo mapa? Especialmente en situaciones como la que se vive en Málaga, donde Policía Nacional y Guardia Civil se reparten el territorio en función del tamaño de las localidades. La primera es la que acapara más localidades, mientras que el foco más importante del que se ocupa la Guardia Civil, en cuanto a crimen organizado se refiere, es Mijas.
Hablando en plata y simplificando, el escenario es el siguiente: el crimen organizado se ha vuelto más violento, con narcotraficantes cada vez más jóvenes motivados por la admiración que despierta ese mundillo en el celuloide y, enfrente, tienen a cuerpos de seguridad que históricamente vienen padeciendo falta de medios –humanos y técnicos- y que, además, ni siquiera comparten la información. No hace falta ser un analista de Inteligencia para deducir quién tiene todas las de ganar, más aún si a ese se le añade la red de sobornos que se ha desplegado en la Costa del Sol.
Como telón de fondo, trascendiendo a la Costa del Sol a la que ya se ha bautizado como las Naciones Unidas del Crimen Organizado, está la unificación de Policía Nacional y Guardia Civil, la primera de régimen civil y la segunda militar. ¿Qué sentido tiene mantener dos cuerpos separados de seguridad que, básicamente, realizan las mismas labores? Más aún, ¿quién espera realmente acabar con las mafias si la mano derecha no sabe lo que hace la izquierda y, además, ni una ni otra están lo suficientemente dotadas?
Esta consolidación de los cuerpos lleva muchos años encima de la mesa, pero ningún gobierno se atreve a ponerle el cascabel al gato. El problema, seguramente, se encuentra en los mandos superiores de ambos cuerpos, que son los que pueden experimentar cambios más sustanciales que los rangos inferiores. A esos niveles, la información reservada que se maneja, da igual con qué gobierno, tiene un valor altísimo y quién sabe si no es una buena moneda de cambio para mantener la fusión congelada.
Mientras, al menos, Policía Nacional y Guardia Civil deberían contar con suficientes recursos, especialmente en sitios de una densidad criminal tan elevada como la Costa del Sol. No se alcanza a comprender a quién le puede interesar que estas mafias no sólo no desaparezcan, sino que lleguen nuevas. Quiero pensar que a nadie, a ningún gobierno sea del color que sea, pero entonces, ¿cómo se explica que ni cuando ha gobernado el PP ni cuando lo ha hecho el PSOE se dote de suficientes medios?
(Artículo en Público)
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