Sánchez se hunde en su propia contradicción en torno a Palestina y el Sáhara Occidental
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, comparece hoy en el Congreso a petición propia y lo hará víctima de su propia contradicción: por un lado, expondrá su compromiso de reconocer el estado de Palestina y, por otro, dará cuenta de las relaciones hispano-marroquíes, en las que su Gobierno legitima al invasor alauí. El doble rasero de Sánchez en dos cuestiones que corren en paralelo es tan incomprensible como intolerable. El problema es que enfrente, el principal partido de la oposición ni siquiera se aclara en la cuestión palestina, pues como acostumbra se aferra al "todo vale" para generar crispación.
La voluntad por parte de Sánchez de reconocer el estado palestino es una buena noticia. Si, además de ese gesto, deja de vender armas al genocida Israel, miel sobre hojuelas. Es una de tantas contradicciones de las que hace gala el presidente del Gobierno, que sigue sin entender que las cuestiones de Palestina y el Sáhara Occidental guardan muchas similitudes. A pesar de ello, en la primera se posiciona del lado de la víctima y, en la segunda, del lado del agresor.
Su doble rasero no sólo es moral, también legal, puesto que al legitimar la ocupación ilegal de Marruecos en el Sáhara Occidental está vulnerando el Derecho Internacional. Un hecho, por otro lado, especialmente doloroso considerando que España continúa siendo la potencia administradora de la última colonia de África.
La campaña de Sánchez, con tour europeo incluido, para convencer a los Estados miembros de la necesidad de reconocer a Palestina corre el riesgo de convertirse en otro movimiento internacional en falso como lo fue la Alianza de las Civilizaciones del hoy su valedor José Luis Rodríguez Zapatero. La legalidad de quita y pon que acompaña a la narrativa de Sánchez no favorece a su empresa y, quizás, algún que otro gobierno se lo reproche, comenzando por Noruega, primera visita de su gira europea y uno de los países más comprometidos con el Sáhara Occidental.
Por otro lado, en la oposición nos topamos con un PP inconsistente, falto de liderazgo y de valores. Cuando no es Isabel Díaz Ayuso es José Mª Aznar quien el marca el paso a Alberto Núñez Feijóo. Escuchar a quien merece ser condenado como criminal de guerra decir que el estado palestino no existe no goza de ninguna credibilidad, pero aun así, Aznar se siente respaldado por sus fieles, a pesar de que él mismo apoyó en el pasado lo contrario. Del mismo modo, el PP actual recogía en su programa electoral de 2023 la resolución del conflicto entre Israel y Palestina mediante la creación de dos estados. Ahora, en plena ejecución de un genocidio por parte de Benjamin Netanyahu, se pone de perfil solo con tal de atacar al Gobierno de España.
Mientras en España Gobierno y oposición defienden a uno y otro agresor a conveniencia, en el Sáhara Occidental, Marruecos continúa cometiendo crímenes de lesa humanidad y en Gaza, Israel comete un genocidio. Ver al representante israelí ante la ONU, Gilad Erdan sostener una foto de Hitler y tratar de ligar a Palestina con quien tiene más en común con Netanyahu es otro acto más de hipocresía. Fue el sionismo quien coqueteó con el nazismo en sus orígenes para beneficiar a sus intereses, siendo Jaim Azriel Weizmann, el que fuera primer presidente de Israel, quien comenzara las conversaciones con los nazis. Aquella asociación interesada sentaría las bases del actual Estado judío, aunque a los sionistas les cueste tanto encajarlo como a Sánchez aceptar que España conserva su responsabilidad con el Sáhara Occidental.
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