Violencia impune, fango a raudales

Alberto Ortega / Europa Press
Ayer volvimos a vivir un nuevo episodio de violencia política callejera. Las víctimas fueron esta vez Pablo Iglesias e Irene Montero que, precisamente, llegaban al juicio contra el hombre que les acosó durante meses cuando estaban en el gobierno. Ninguno de los dos son ya cargos públicos, pero los hechos son tan graves que todas las fuerzas políticas debieran haber condenado los hechos. No se produjo tal cosa; algo, por otro lado, que tampoco sorprende considerando que la Policía Nacional -presente en los Juzgados- no ha identificado a nadie, pese a las numerosas grabaciones en primer plano del principal agresor de ayer.

Iglesias y Montero llegaban al juicio contra Miguel Frontera, el hombre que personifica el acoso al que la esta familia -incluidos sus hijos- sometidos durante meses cuando formaban parte del gobierno democráticamente elegido. Entonces, como recordaba la periodista Silvia Intxaurrondo, no fueron pocos los medios de comunicación y generadores de contenido que propagaron bulos, contribuyendo a la violencia contra el vicepresidente y la ministra.

Fue necesario reforzar la escolta y situar a Guardia Civil en las inmediaciones de la vivienda, lo que no impidió que el acusado Frontera grabara, incluso, imágenes de los menores. Aquella tibieza en la respuesta es, en parte, lo que propiciado los posteriores asedios a las sedes socialistas y el "fango" del que ahora no cesa de hablar Pedro Sánchez. Las continuas amenazas y el acoso que sufrieron Iglesias y Montero en ningún momento fue tomada con la consideración que merecía por parte del PSOE, mucho menos por el PP, que incluso contribuyó a echar gasolina a la pira

 

Todo lo sucedido después es fruto de aquella laxitud. La impunidad con que se acosó, amenazó e intimidó a dos autoridades del Estado ha servido para que tiempo después quienes no creen en la democracia se sientan fortalecidos para hacer habitual la violencia en las calles contra nuestros representantes políticos, para que el tono en el Congreso y la derecha mediática se desaten en agravios e improperios indignos de una democracia.

Mientras quienes aún creemos que España puede tomar las riendas de su democracia y sacudirse a quienes la amenazan, lo cierto es que ayer volvimos a ver signos de que poco ha cambiado la situación respecto a los meses de acoso a Iglesias y Montero: nuevos insultos, incluso amenazas, y ni una sola identificación por parte de las Fuerzas del Orden. Da que pensar. Y nada bueno, pero en espera de que la pena contra Frontera sea ejemplar para mandar un recado claro, es importante no desfallecer porque los enemigos de la democracia juegan al desgaste, no sólo de nuestros pilares de convivencia e igualdad, sino de nosotrxs mismxs. No lo permitamos.

Next Post Previous Post

1 comentario

  1. El problema es que no podemos tomar las riendas de una democracia que no es tal

    ResponderEliminar