Los retos TIC de Europa trascienden a la tecnología

En la recta final de la legislatura y apenas unas semanas antes de las elecciones europeas, dos informes se han introducido de manera determinante en las conversaciones de cara a Bruselas: el ‘Informe Letta’, sobre el Mercado Único, y el ‘Informe Draghi’, sobre la competitividad europea. Aunque el segundo no será publicado hasta finales de junio, en ambos casos se evidencia que la Unión Europea (UE) se enfrenta a desafíos TIC que van más allá de la mera tecnología. 

El informe elaborado por el político italiano Enrico Letta, actual presidente del Instituto Jacques Delors, deja en evidencia la debilidad del Mercado Digital Único. Con el título Mucho más que un mercado, el análisis que realiza Letta pretende establecer una hoja de ruta para el ciclo 2024-2029, señalando para ello algunas de sus actuales debilidades. La primera de ellas, como sostiene Ángel Saz, director del Esade Center for Global Economy and Geopolitics, es que “hemos tenido una ficción en el Mercado Único”, pues si bien ha funcionado para determinados bienes, no sucede del mismo modo para otros servicios.  

Ni siquiera el ambicioso programa estratégico de la Década Digital para 2030, lanzado en diciembre de 2022, va camino de cumplirse, aunque como recuerdan fuentes de DigitalES, “la implementación de todas las iniciativas legislativas aprobadas en la pasada legislatura (DMA/DSA/Gigabit Infrastructure Act, Reglamento IA, etc.) de manera coordinada por los estados miembros, será clave para construir un verdadero Mercado Único Digital”. En esta misma línea, fuentes consultadas de CEOE precisan que “es fundamental dotar al tejido empresarial del tiempo necesario para interiorizar la profusa regulación desarrollada durante el periodo 2019-2024, evitando la presentación de nuevas propuestas legislativas en la materia, salvo que se detecten fallos de mercado reales a corregir”

Una de las premisas que se marcó en esta legislatura el Comisario Europeo de Mercado Interior y Servicios, Thierry Breton, fue recuperar la soberanía tecnológica. El Observatorio de la Transición Digital y el Mercado Único identifica seis tecnologías clave en su programa de trabajo 2023-2025: Inteligencia Artificial (IA), big data y analítica en tiempo real, impresión 3D y fabricación aditiva, blockchain, robótica y cloud computing. Se trata de tecnologías que precisan ser desarrolladas, absorbidas y extendidas por parte de la Administración y empresas, incluidas las pymes. Este es uno de los grandes obstáculos cuyo palo en la rueda tiene un componente más regulatorio que tecnológico.  

Según Letta, las pymes no se están beneficiando en la actualidad del mercado único que tenemos. Hay todavía demasiados regímenes jurídicos y fiscales distintos. Es un caos”. En este sentido, uno de los últimos informes del Banco Europeo de Inversiones advertía de cómo a pesar de que en 2022 la UE ha reducido la brecha con EE. UU. respecto a la adopción de tecnologías digitales avanzadas, con el 69% de las empresas de la UE habiendo implantado tecnologías como robótica avanzada, análisis big data e IA –frente al 71% de EEUU–, solo el 30% de las microempresas de la UE dieron prioridad a la digitalización, frente al 62% de las grandes empresas. En este línea, César Tello, director general de la Asociación Española de la Economía Digital (Adigital), apunta que “solo el 9% de las pymes europeas están haciendo comercio electrónico transfronterizo en más de un país de la UE además del suyo”.  

El peso de las telecomunicaciones  

En cuanto a las tecnologías concretas, la investigadora del Real Instituto Elcano, Raquel Jorge Ricart, apunta que Europa puede tener mucho que decir en tecnologías como blockchain o el 5G, áreas en las que puede liderar con compañías punteras como Ericsson o Nokia en el caso de las telecomunicaciones. Precisamente el papel de las telcos es protagonista en el Informe Letta, en el que se apuesta por una consolidación del mercado y se denuncia que continúan existiendo demasiados “obstáculos administrativos y legales” que debieran ser desmantelados para 2025.  

Ricart coincide con la necesidad de “reducir el número de operadores –4 o 5 por país como máximo–, sin menoscabo de la competitividad de ciertos países”. El año pasado, la Asociación Europea de Operadores de Telecomunicaciones (ETNO, por sus siglas en inglés), advirtió del déficit de financiación de 174.000 millones de euros de aquí a 2030 en infraestructuras de telecomunicaciones, lo que para entonces podría dejar sin banda ancha a 45 millones de personas en la UE.  

Más allá de la necesidad de encontrar una solución a la demanda del “mecanismo de contribución justa” o una “tasa de telecomunicaciones” que exige ETNO, esto es, compartir las inversiones de infraestructuras con las big tech (Meta, Google, Amazon, las OTT o empresas de servicios Over The Top…) que generan el tráfico de internet, Ricart pone el foco en la futura Ley de Redes Digitales (DNA). Desde su punto de vista, el primer beneficio puede venir del diagnóstico de situación previo que se realice, aunque “muchas veces es cierto que nos ponemos a hacer leyes sin tampoco realizar una evaluación exhaustiva de lo que está sucediendo”.   

Además, la investigadora considera que la rivalidad de las OTT o servicios de libre transmisión (Netflix, Amazon Prime, Spotify, Rakuten, Deezer…) ha reducido el porfolio de servicios de las operadoras, haciendo que su valoración bursátil haya descendido. Por este motivo, cree que la nueva ley debería prestar un mayor apoyo a este sector estratégico. Desde DigitalES, coinciden al señalar que DNA podría ser clave para recuperar un mercado único de telecomunicaciones y potenciar la inversión en el despliegue de las redes y servicios digitales de vanguardia”

IA y sostenibilidad 

Dado la precocidad de la UE a la hora de aprobar su Ley de IA, algunos expertos consideran que, en cierto modo, Europa podría marcar el ritmo de esta tecnología. Es el caso de Tello, que destaca el enfoque ético de la norma y la posibilidad de desarrollar el concepto “IA ética por diseño”. El director general de Adigital se muestra convencido de que si las empresas europeas disfrutan de una suerte de sello de calidad que garantice que “sus soluciones de IA no tienen sesgos, son responsables, confiables… podemos tener capacidad de influir en el resto del mundo en cómo proceder”.  

No es de la misma opinión Ricart, que si bien recuerda que “en materia de privacidad, dada la horizontalidad del RGPD (Reglamento General de Protección de Datos), sí lo hicimos, la Ley de IA va a ser un proceso muy progresivo y sectorial, con diferentes niveles, lo que va a dificultar que se traspasen las reglas. De hecho, la investigadora del Real Instituto Elcano sostiene queni en IA ni en informática cuántica se van a cumplir los objetivos europeos marcados para 2030”. 

Ligado a la IA y al cloud computing, otro de los desafíos para Europa viene de la mano del consumo energético y recursos como el agua para la refrigeración que demanda. Si bien es verdad que dentro de esta transparencia de la IA, Tello afirma que debiera incluirse la huella de carbono o que fuentes de DigitalES destacan que “el aprovechamiento de modelos de datos complejos y el análisis y la toma de decisiones en tiempo real” que permite la IA podría lograr una mejor eficiencia energética, lo cierto es que la demanda eléctrica se ha disparado desde la explosión de ChatGPT. Tello reclama también en este punto una mayor coordinación europea, planteado el máximo aprovechamiento de las energías renovables y, quizás, el establecimiento del mayor número de datacenters allí donde existen más energías limpias.  

Por otro lado, fuentes de CEOE llaman la atención sobre la ciberseguridad, reclamando el desarrollo de planes e iniciativas que fortalezcan una “estrecha colaboración de todos los agentes del sistema, tanto públicos como privados, para compartir esfuerzos y conocimiento”. La patronal también advierte la urgencia de contar “con los profesionales adecuados, tanto en número como en competencias”. La asignatura pendiente de contar con personal cualificado se extiende al resto de áreas tecnológicas de peso y se presenta como otro reto europeo, para el que Tello habla de “no tanto retener como distribuir el talento por Europa”. 

Déficit de inversión 

La verticalidad en el desarrollo y competencia descoordinada entre países también se refleja en materia de semiconductores, a pesar del intento de empuje con la Chips Act. A ese problema añadido se suma, además, la infrafinanciación para recuperar el terreno perdido frente a otras potencias mundiales. Lo mismo sucede con el Importante Proyecto de Interés Común Europeo (PIICE) sobre infraestructura y servicios en nube, que según Ricart, se enfrenta a retrasos y limitaciones en su implementación debido a un desajuste de expectativas en cuestiones de financiación y gobernanza en los Estados miembros participantes. 

Desde el punto de vista de Saz, “creo que la innovación tecnológica viene por un mercado de capitales, un ecosistema muy potente capaz de incentivar el desarrollo de estas tecnologías. En esa dirección, no sólo apunta Letta al apostar por “la creación de una Bolsa de Valores de alta tecnología con reglas específicas de supervisión”, sino también lo que ha ido deslizando Mario Draghi de su informe, alertando sobre la carencia de un gran “acuerdo industrial” que permita mantener el ritmo en una carrera cada vez más feroz por el liderazgo en las nuevas tecnologías. 

En opinión de ambos expertos, el déficit de inversión en nuevas tecnologías frente a gigantes como EE. UU. y China solo podrá atajarse con este tipo de nuevas políticas industriales en las que la financiación pública ha de complementar significativamente a la privada. La solución para Letta pasa por la unión bancaria, de mercados financieros e incluso cierta armonización fiscal que dote de recursos económicos para abordar la  transición energética y digital. Saz defiende la definición de esa política industrial común porque, de otro modo, el eje franco-alemán saldrá notablemente reforzado. De hecho, según indica, “el 80% de las inversiones con ayuda del Estado que se han dado en los últimos dos años son franco-alemanas”, lo que genera distorsiones de mercado. 

(Artículo en Computerworld)

 

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