Viva el comunismo si es rico
El presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla (PP), ha emprendido esta semana un tour comercial por China. El objetivo de este viaje institucional es estrechar lazos con el gigante asiático, beneficiándose de su indudable peso económico. El líder del PP andaluz traga bilis y sale escaldado en su propia contradicción de arremeter habitualmente contra el comunismo al tiempo que se pliega a él cuando se habla de dinero.
Comunismo o Vox. Ese fue uno de los lemas que esgrimió Moreno Bonilla en su campaña electoral para tratar de describir las únicas alternativas que existían a un gobierno de mayoría absoluta del PP. Aquella narrativa caló, pues logró su objetivo a pesar de hacer aguas en su misma formulación. Equipar comunismo con extrema derecha es un error que evidencia mala fe o desconocimiento pues, si bien hay ejemplos históricos de un autoritarismo comunista, no todo el comunismo es pernicioso, mientras que cualquier extrema derecha atenta contra los derechos humanos más esenciales.
Más allá de esta argumentación que el tándem PP-Vox siempre obvia interesadamente, el viaje institucional de Moreno Bonilla nos muestra su verdadera integridad moral, tan perforada como un queso de Gruyère. La planificación del viaje por parte del gobierno andaluz se ha realizado con el fin de "posicionar a la comunidad autónoma en diversos mercados industriales y turísticos del país asiático", de manera que Andalucía sea "destino de posibles inversiones de las grandes empresas chinas" y de ciudadanos "de alto poder adquisitivo del gigante asiático". Pobres no, por favor, pensará la derecha, que para eso ya están los andaluces que lideran las tasas de riesgo de pobreza en España, muy por encima de la media nacional con una tasa del 37,5% frente al 26,5% del resto del país.
¿Qué debemos entender del viaje de Moreno Bonilla a China? ¿Que hay comunismo que sí es bueno? ¿Que es posible entenderse con el comunismo y sacar provecho de ello? ¿Que cuando el comunismo es rico es mejor dejar a un lado la ideología y llenar la bolsa? Sea cual sea la respuesta, Moreno Bonilla es presa de sus propias palabras y, obviamente, de sus actuales silencios.
Nadie puede negar que dar la espalda a China es un error. Ni siquiera es capaz de hacerlo EEUU, que pese a la guerra arancelaria que inició en su día Donald Trump continúa manteniendo lazos comerciales a los que no puede renunciar. A ello se suma, además, el monopolio que posee Pekín sobre recursos como las tierras raras, esenciales para la electrónica de consumo y la transición energética. Así pues, el tour comercial de Moreno Bonilla, al que ya precedió en mayo una reunión en Sevilla con Yin Li, miembro del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de China, es una buena idea sobre el papel, a falta de conocer –si se conocen- los pormenores de su ejecución.
Sin embargo, honraría al presidente andaluz dar una explicación a la contradicción en la que ha entrado con este viaje. La diferencia entre él –y su colega Ayuso- frente a la incongruencia en que entra la izquierda cuando abraza al gigante asiático es que ésta última no demoniza al comunismo, sino a pacerlas concretas y específicas de las políticas de Pekín. Para la derecha, no existe un comunismo mejorable porque el comunismo en sí encarna el mal.
Así pues y siguiendo la doctrina expuesta por el PP (y Vox), Moreno Bonilla estaría pactando con el demonio en el mejor de los casos y, en el peor, prostituyendo la democracia por unos miles de euros… Aunque la cantidad pecuniaria es indiferente a la hora de determinar la naturaleza del lenocinio, el gobierno andaluz del PP destaca la intención de captar a ciudadanos "de alto poder adquisitivo” en un vano intento, quizás, de ocultar el deshonroso comportamiento para con sus principios. Nada nuevo bajo el sol, por otro lado.
De ahora en adelante, cada vez que Moreno Bonilla demonice a la extrema izquierda o al comunismo abrirá la puerta de par en par a que la oposición progresista le recuerde que su trato con el gigante asiático va mucho más allá de degustar un flan chino.
(Artículo en Público)
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