Un charlatán en Bruselas

 

El presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla (PP), ha viajado hasta Bruselas para asistir a la Semana Europea de las Regiones y Ciudades. En sus comparecencias ha expuesto diferentes reclamaciones a la Unión Europea (UE), algunas de las cuales podrían tener sentido y calado si no fuera porque las políticas ejecutadas –o no ejecutadas- por el popular entran en conflicto con su discurso. Cuando los hechos no acompañan a las palabras, uno se expone a reproches, críticas y cortes del grifo de la financiación. La mala noticia es que quien lo sufre es Andalucía.

En política, como en la vida, siempre es preferible toparse con un tipo tan despreciable como Santiago Abascal (Vox) que con Moreno Bonilla. Al menos, al primero se le ve venir de frente y uno puede cambiarse de acera; el segundo espera haberte sobrepasado para clavarte el puñal por la espalda. Una minoría en Andalucía hace mucho tiempo que nos percatamos de ello; la otra mayoría, la que lo sustenta en el Palacio de San Telmo, o lo ignora o, sencillamente, le resulta indiferente.

Cuestión muy distinta es Europa. En Bruselas el análisis es más exhaustivo y no caen tan fácilmente rendidos a la charlatanería de Moreno Bonilla. El encantador de serpientes que se ha labrado una imagen de moderación impostada, ve cómo poco a poco se le corre el maquillaje. Del mismo modo que sus regalos fiscales a los más ricos en Andalucía le han conducido a admitir que ha recaudado 200 millones de euros menos y, a pesar de ello, sigue pidiendo más dinero al Gobierno de España; en Europa pone el cazo sin predicar con el ejemplo.

Ante la posibilidad de que sea los Estados los que centralicen la gestión de los fondos europeos de cohesión de cara al marco 2028-2034, en lugar de una gestión en manos de las regiones, Moreno Bonilla ha pedido a sus colegas del Grupo Partido Popular Europeo (PPE) que monten un frente común para impedirlo. El presidente de la Junta argumenta que las regiones y ciudades son más próximas y tienen una mayor capilaridad para ejecutar los fondos de un modo más eficiente y con repercusiones más positivas para la ciudadanía.

Quizás tenga razón, pero la realidad no le acompaña. Ni siquiera es preciso entrar en el debate de cuántos fondos europeos ha dejado sin ejecutar, basta ver la gestión histórica de los fondos de cohesión que ha venido realizando Andalucía, en cuyo balance, claro está, también tiene mucho que decir el PSOE. Desde 1986, la región ha recibido más de 43.000 millones de euros en fondos de cohesión y, a pesar de ello, continúa a la cola de Europa en una larga lista de indicadores. Tanto es así que en la clasificación de la propia UE, Andalucía es considerada como una de las regiones menos desarrolladas, es decir, su PIB per cápita es inferior al 75% del PIB medio de la UE.

¿Qué se ha hecho con esos más de 43.000 millones que superan, con mucho, los recibidos por otras comunidades autónomas en el mismo periodo, como Galicia (18.500 millones), Castilla y León (14.600 millones) o Cataluña (12.400 millones)? Para que se hagan una idea, sólo entre 2021 y 2027, Andalucía recibirá 12.710 millones de euros del total de 34.693 millones de fondos asignados a España para este periodo.

Así las cosas resulta complicado pedir conservar la gestión; los resultados no acompañan. Algo parecido sucede con otra de las reclamaciones que ha expuesto el presidente andaluz en Bruselas: que la UE impulse más obras hidráulicas en Andalucía para tener “agua suficiente”. A priori, la iniciativa agrada e, incluso, puede convencer a esa mayoría que le llevó en volandas a la presidencia andaluza. Sin embargo, como ya ocurriera con el Gobierno de España, las políticas de Moreno Bonilla no respaldan sus solicitudes/exigencias.

¿Con qué cara se presenta uno reclamando más dinero para agua cuando se han intentado legalizar los acuíferos ilegales y sobreexplotados de Doñana? ¿Qué lista de actuaciones propias puede mostrar el gobierno andaluz en materia de políticas hídricas? En plena sequía y en regiones como Málaga, donde si no llueve sólo queda agua potable para diez meses, Moreno Bonilla levantó las restricciones para que, como se dice por aquí, no les faltara ni gloria a los turistas… Y mientras, sin ejecutar las obras de desaladoras –ni siquiera las portátiles- que había prometido.

En una empresa privada y atendiendo a los criterios de meritocracia de que hacen gala en el PP, hace mucho tiempo que Moreno Bonilla habría sido despedido, engrosando las listas del SEPE. Su gestión, que desde septiembre ya no cuenta con presupuesto para políticas sociales, educación y sanidad según admitió el propio Moreno Bonilla, hace aguas, y en municipios de toda Andalucía han comenzado a gestarse, por ejemplo, plataformas ciudadanas en defensa de la sanidad pública. Echar la culpa a otros, tratar de enemistarnos con Catalunya comienza a no funcionar en Andalucía, no digamos ya en Bruselas. 

(Artículo en Público)

Next Post Previous Post

Sin comentarios