La silicosis como daño colateral del beneficio

 Cosentino

La Fundación PREMIN (Prevención, Mitigación e Investigación de la silicosis) ha echado a andar, contando entre sus miembros al gigante de las encimeras Cosentino. La empresa almeriense fue condenada, precisamente, por no haber informado de forma adecuada a los trabajadores que cortaban y manipulaban sus productos, a pesar de conocer sus riesgos desde al menos el año 2000. El resultado son personas enfermas por silicosis, sin cura. ¿Cómo no sentir recelo al ver a quien provocó tu enfermedad queriendo ser parte de la solución?

Todo el mundo tiene derecho a la redención, pero es cierto que cuando ha existido mala fe, se antoja más complejo dejar paso a esa rehabilitación. Y Cosentino la tuvo. Quedó patente durante el juicio que tuvo lugar hace años. Los trabajadores cortaban sin protección el material de la empresa almeriense, sintiendo cómo el polvo resultante se pegaba a sus pulmones; nadie les advirtió de los riesgos y, cuando solicitaron información, ésta fue deficiente, confusa. Decir que la composición de sílice se mueve entre el 5% y el 95% es tan premeditadamente ambiguo que delata las intenciones ocultas; más aún cuando la cifra real es más próxima al 95%.

No es nada nuevo deponer la salud de los trabajadores en pos del beneficio empresarial, asumir tal sacrificio como daño colateral de unas cuentas saneadas. Cuando leí por primera vez el caso de Cosentino no pude evitar que la memoria rescatara lo sucedido con la empresa de baterías Tudor a principios de los años 2000. La compañía contaba con una empresa que Torrejón de Ardoz (Madrid) llamada Electro Mercantil, SL (Emisa). Sus empleados estuvieron durante años expuestos a desechos de níquel y cadmio, sustancias altamente cancerígenas. Recuerdo que los testimonios entonces eran muy parecidos a los de afectados por las malas prácticas de Cosentino: manipulación del polvo de cadmio con las manos, barridos con escoba de la nave inhalando todo ese veneno… Todo sin haber sido advertidos de la toxicidad; el resultado fue el previsible, esto es, analíticas de sangre con un presencia de cadmio diez veces superiores a lo recomendado.

Las autoridades cerraron buena parte de las instalaciones, impuso multa de 150.000 euros y Tudor España se deshizo de Emisa poniéndola en venta. Tiempo después se supo que otra de las prácticas habituales de la empresa era verter sistemáticamente los residuos de metales pesados a una fosa cercana, lo que habría contaminado el terreno y los acuíferos.

Hace apenas unos días, el Ministerio de Sanidad publicaba el informe La remergencia de la silicosis en España en el que advierte sólo el año pasado se registraron 520 casos médicos por silicosis; entre 2007 y 2024, casi 6.000 partes de este tipo. Desde 2018 se han notificado 46 partes de cáncer de pulmón por exposición a sílice, 19 de ellos el año pasado. Prácticamente la mitad de estos casos de silicosis (47,8%) se ha registrado en la fabricación y manipulación de aglomerados de cuarzo y en el procesado de piedra natural (granito y pizarra, principalmente).

Cosentino no sólo forma parte de la Fundación PREMIN, sino que es uno de sus impulsores –sino el principal-. A mis ojos, es una perfecta estrategia de comunicación de crisis que desde hace años viene reforzada con estudios de sostenibilidad y reducción de riesgos en sus materiales y la manipulación de éstos. Sin embargo, mi visión importa bien poco, es más llamativa la de las diversas asociaciones de afectados por silicosis: tan solo una se ha adherido a esta Fundación. No lo ha hecho, por ejemplo, una de las más antiguas, ANAES (Asociación Nacional de Personas Afectadas y Enfermedad por Silicosis), cuyo presidente Ismael Aragón falleció el pasado mes de septiembre al no poder superar un doble trasplante de pulmón.

Un elemento nuclear de cualquier gestión de crisis es apropiarse de la narrativa. La Fundación PREMIN se perfila como el instrumento de Cosentino para ello, sin olvidar su músculo financiero –y la presión e influencia derivados de ello-. A fin de cuentas, Cosentino se convirtió en 2005 en la primera empresa española en anunciarse durante la Super Bowl. Los cuatro millones de dólares que pagó por un anuncio de 30 segundos en la Fox durante el segundo cuarto dan una idea de esa fortaleza. Una fortaleza, por otro lado, que las personas afectadas por silicosis nunca han percibido en sus propias carnes, no al menos para reconfortarlas, recompensarlas, indemnizarlas proactivamente.

El Ministerio de Sanidad ha puesto encima de la mesa el debate sobre la prohibición del cuarzo en las encimeras, como ya han hecho países como Australia. Los casos de silicosis derivados de estas encimeras crecen exponencialmente en diversos países. Dadas las recomendaciones de los expertos médicos, ese debiera ser el camino y constituir la parte magra de la narrativa pero, claro está, no es la que quiere dominar Cosentino.

(Artículo en Público)

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